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(Blancas: Alfil e5)

– Eso debe quedar por aquí, ¿no? -dijo Santi mirando por la ventanilla.

– Supongo, no sé -hizo lo mismo Máximo.

– Ahí delante -les indicó el taxista-. Pasado el próximo semáforo.

– Bueno -suspiró Cinta.

Los dos chicos la miraron a ella, como si fuera la jefa o tuviera algo más que decir.

– ¿Qué hacemos? -quiso saber Santi al ver que su novia no seguía hablando.

– ¿Qué quieres que hagamos?

– No sé. Una vez que nos reunamos con Eloy…

– Todos estamos fastidiados -reconoció la muchacha-, pero esto es de Eloy, así que lo único… tratar de que no haga nada… En fin, ya me entendéis.

– Va a ser muy complicado.

– ¿Tú estás bien? -Santi le cogió una mano.

No se habían tocado desde que estuvieron en la cama juntos.

– Sí.

– ¿De verdad?

– Sí, de verdad.

No lo estaba, pero ahora al menos no se sentía como en su casa, con aquella presión y aquel miedo, pensando en Luciana.

Incluso agradeció el contacto lleno de calor de Santi.

El taxi recorrió el último tramo de calle.

– ¡Ahí está Eloy! -Máximo fue el primero en verlo.

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