Al salir del túnel, a medida que se reencontraba con el dolor, pero también con la luz, Luciana abrió los ojos.
Una vez.
Parpadeó.
Dos veces.
Se encontró con su hermana Norma, que la miraba de cerca, boquiabierta.
Luciana esbozó una tímida sonrisa.
Y la acentuó ante la reacción impulsiva y excitada de Norma.
– ¡Papá! ¡Mamá!
Cerró los ojos por última vez, sólo para ver cómo la reina negra se alejaba vencida por un recodo del camino llevándose a su derrotado rey, y convencerse a sí misma de que había vuelto. Y de que había ganado. Después los abrió, dispuesta a mantenerlos así.
Vio a sus padres y a su hermana, rodeándola.
Estaba viva.
«Toda esa gente solitaria,
¿de dónde ha salido?
Toda esa gente solitaria,
¿adónde pertenece?»
Eleanor Rigby
Paul McCartney