Eloy era el que más cerca estaba de él, pero pese a todo, la distancia no disminuía, y cuanto más ansiaba cogerle, más sentía el peso de todas sus emociones lastrándole.
Era un buen corredor, y sin embargo…
El camello alcanzó la zona del aparcamiento. Empezó a poner obstáculos entre él y ellos.
– ¡Vamos, Eloy, vamos! -oyó la voz de Máximo a su lado.