Me gustaría expresar mi gratitud a las siguientes personas: Michael Morrison, mi mecenas, por conservar la fe y la concentración; Richard Pine, de cuyos conocimientos me he beneficiado enormemente; el Guma, por comprar dos y vender dos; Mac H. Glick y Stephen F. Breimer, que me cubren las espaldas en todo momento y constituyen un agradable colchón de ruido de interferencias detrás de todo el barullo que hay en primer plano; Jess Taylor, mi lectora, que me ofrece (¿quizá con fervorosa insistencia?) brillantes aportaciones editoriales entre un «misterioso encuentro en el Tercer Mundo» y el siguiente; Meghan Dowling, mi editora, que lejos de limitarse a heredarme, me adoptó; ese torbellino de trabajo competente que he llegado a conocer por el nombre de Lisa Gallagher; Libby Jordán, por su energía y apoyo; Tom Strickler, Adriana Alberghetti, Brian Lipson y Dawn Saltzman de Endeavor; Lori Andiman, por representarme en todo el mundo; Carol Topping, por lanzarme a Internet; Suzanne Balaban, por su enorme entusiasmo; Debbie Stier, por supervisar la publicidad; Rome Quezada, por cuidar de que todo siga rodando; y todo mi equipo en William Morrow, desde los representantes comerciales, totalmente entregados, hasta los brillantes expertos en mercadotecnia.
Me he beneficiado inmensamente de las generosas aportaciones de mis expertos asesores, incluidos: Sean Newlin, agente del Servicio Judicial Federal de Estados Unidos por el Distrito Sur de Illinois; Richard Kim, teniente de la defensa pública por el Condado de Los Ángeles; Tony Perez, ex agente del Servicio Judicial Federal por el Distrito Central, California, que ha sido toda una inspiración; Pat Espinoza, teniente fiscal; Tim Miller, agente supervisor a cargo de la Unidad de Respuesta y Detención y la Unidad Canina de Detección de Explosivos; Brian Salt, agente supervisor del Servicio Judicial Federal; Scott Badgley, ex ranger del Ejército de Estados Unidos; Morrie el cerrajero; Mike Goldsmith, antiguo agente de Aduanas, en la actualidad director ejecutivo del Centro Nacional de Preparación para la Supervivencia; Eric Hintz, abogado defensor criminalista; Matthew Collins, agente especial, Oficina contra el Tabaco, el Alcohol y las Armas de Fuego, y antiguo agente del Servicio Judicial Federal de Estados Unidos; Steve Petillo, agente de la Policía de Palo Alto, jubilado; el agente Phil Wang del Departamento del Sheriff del Condado de Los Ángeles; y Tim Tofaute, antiguo miembro de las Unidades de Demolición de la Marina Cinco y Ocho y del Centro de Intervención Naval, que siempre encuentra tiempo para explayarse sobre balas y broncas de taberna.
Naturalmente, también tengo una deuda de gratitud con libreros y bibliotecarios, así como con Pam Pfeifer, mis padres, y Gary y Karen Messing, todos ellos grandes lectores y partidarios entusiastas.
Pero, por encima de todo, estoy agradecido a Delinah Raya Blake, que todo lo malo lo vuelve bueno, y todo lo bueno, magnífico.