María y Marta

Un día, Jesús y algunos de sus discípulos fueron invitados a comer por dos hermanas llamadas María y Marta. El informante explicó a Cristo lo que sucedió esa noche. María estaba sentada entre los comensales, oyendo hablar a Jesús, mientras Marta preparaba el ágape.

En un momento dado Marta entró para reprender a María.

– ¡Has dejado quemar el pan! ¡Mira! Te pedí que lo vigilaras y lo has olvidado por completo. ¿Cómo esperas que haga tres o cuatro cosas a la vez?

María replicó:

– El pan no es tan importante como esto. Estoy escuchando las palabras del maestro. Solo ha venido por esta noche, en cambio el pan siempre está ahí.

– Maestro, ¿qué opinas? -dijo Marta-. ¿No debería ayudarme si así se lo he pedido? Esta noche somos muchos. No puedo hacerlo todo yo sola.

Jesús dijo:

– María, podrás escuchar de nuevo mis palabras porque aquí hay personas que las recordarán. Pero si quemas el pan, nadie podrá comerlo. Ve y ayuda a tu hermana.

Cuando Cristo escuchó ese relato, supo que era otro de esos discursos de Jesús que serían mejor como verdad que como historia.

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