Cristo y su informante

Cristo se alojaba en una posada de las afueras de la ciudad. Esa noche cenó con su informante, que le relató el incidente del templo. A Cristo ya le habían llegado rumores y estaba impaciente por conocer los detalles, de modo que mientras comían tomó notas en su tablilla.

– Jesús parece cada vez más enfadado -dijo-. ¿Tienes idea de por qué? ¿Ha hablado de ello con vosotros?

– No, pero Pedro está convencido de que Jesús corre peligro y le preocupa que pueda ser prendido antes de que llegue el Reino. ¿Qué pasaría entonces, con Jesús en prisión? ¿Se abrirían todas las puertas y caerían todos los barrotes? Probablemente. Pero Pedro está preocupado, de eso no hay duda.

– ¿Crees que Jesús también lo está?

– No lo ha dicho. Pero estamos todos muy nerviosos. Para empezar, no sabemos qué piensan hacer los romanos. Y la gente está a favor de Jesús ahora, pero se respira cierta impaciencia. Están sobreexcitados. Desean el Reino ya, y si…

El hombre vaciló.

– ¿Si qué? -preguntó Cristo-. Si el Reino no llega, ¿es eso lo que ibas a decir?

– Naturalmente que no. Nadie duda de que el Reino llegará. Pero un incidente como el de esta mañana en el


templo… Hay momentos en que desearía que estuviéramos en Galilea.

– ¿Cómo se lo están tomando los demás discípulos?

– Como ya te he dicho, están nerviosos, inquietos. Si el maestro no estuviera tan enfadado ahora mismo, todos estaríamos más tranquilos. Da la impresión de que esté buscando pelea.

– Pero él dijo que si alguien nos golpeaba debíamos poner la otra mejilla.

– También dijo que no había venido a traer paz, sino espada.

– ¿Cuándo dijo eso?

– En Cafarnaún, poco después de que Mateo se uniera a nosotros. Jesús nos estaba explicando lo que debíamos hacer cuando saliéramos a predicar. Dijo: «No creáis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada. He venido a poner al hombre contra su padre, y a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y vuestros enemigos serán miembros de vuestra familia».

Cristo anotó las palabras exactas del apóstol.

– Parece un comentario muy propio de él. ¿Dijo algo más?

– Dijo: «El que encuentre su vida, la perderá, y el que pierda su vida por mi causa, la encontrará». Ahora, algunos de nosotros volvemos a pensar en esas palabras.

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