4

Soy un hombre de edad mediana. Desde el día en que nací, Borthan ha viajado treinta veces alrededor de nuestro sol verdedorado, y en nuestro mundo se considera viejo a un hombre si ha vivido durante cincuenta de esas vueltas, mientras que el más anciano de que he oído hablar murió casi en la octogésima. Acaso eso te permita calcular la duración de nuestras Vidas, en función de la tuya, si resultas ser de otro mundo. El terrestre Schweiz se atribuía una edad de cuarenta y tres años según cómputos de su planeta; sin embargo, no parecía mayor.

Mi cuerpo es fuerte. Aquí cometeré un doble pecado, ya que no sólo hablaré de mí sin avergonzarme, sino que mostraré orgullo y placer por mi yo físico. Soy alto: una mujer de estatura normal apenas me llega a la bóveda inferior del pecho. Mi pelo, que es negro y largo, me cae sobre los hombros. Recientemente han aparecido en él hebras grises, como así también en mi barba, que es abundante y apretada, y me cubre gran parte de la cara. Mi nariz es prominente y recta, con puente ancho y ventanas amplias; mis labios son carnosos y me dan, se dice, un aspecto sensual; mis ojos son de un color pardo oscuro, y están bastante separados. Según me han dado a entender, parecen los ojos de alguien que ha estado habituado durante toda su vida a dar órdenes a otros.

Mi espalda es ancha, y mi pecho amplio. En casi todas partes me crece un denso felpudo de pelo oscuro y áspero. Tengo brazos largos y manos grandes. Mis músculos están bien desarrollados y sobresalen bajo mi piel. Me muevo con soltura para mi tamaño, con ágil coordinación; me destaco en deportes, y siendo más joven arrojé la vara emplumada hasta el otro lado del Estadio Manneran, una proeza que nadie había logrado hasta aquel entonces.

En su mayoría, las mujeres me consideran atractivo; todas menos aquellas que prefieren un tipo de hombre más endeble y las que temen la fuerza, el tamaño y la virilidad. Seguramente el poder político que antes poseí me ayudó a llevar a mi lecho muchas compañeras, pero no hay duda de que las atraje tanto por el aspecto de mi cuerpo como por alguna otra cosa más sutil. La mayoría quedó decepcionada conmigo. Músculos abultados y piel hirsuta no hacen un amante experto, ni un miembro genital voluminoso como el mío es garantía alguna de éxtasis. No soy ningún campeón de la cópula. Ya ves no te oculto nada. Hay en mí cierta impaciencia constitucional que sólo se expresa exteriormente durante el acto carnal; cuando penetro en una mujer me veo velozmente arrastrado, y pocas veces puedo mantener la proeza hasta que llega el placer de ella. A nadie, ni siquiera a un drenador, he confesado antes esta deficiencia, ni preví jamás que lo haría. Pero muchas mujeres de Borthan se han enterado de esta gran falla mía del modo más inmediato posible, en su propio perjuicio, y sin duda algunas de ellas, rencorosas, han hecho circular la noticia para disfrutar de una broma mezquina a expensas mías. Por eso lo hago constar aquí, en aras de la perspectiva. No quisiera que pienses en mí como un gigante hirsuto y potente, sin que también sepas con qué frecuencia mi carne ha traicionado mis deseos. Quizá esta deficiencia mía haya sido una de las fuerzas que moldeó mis destinos hacia este día en las Tierras Bajas Abrasadas, y tú debes conocerla.

Загрузка...