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Cerca del lugar donde anidan las aves-punzón encontré esta cabaña, más o menos donde la recordaba. No tenía instalación sanitaria, ni siquiera las paredes estaban enteras; sin embargo, bastaría. Bastaría. El espantoso calor que reina aquí sería mi castigo. Me dediqué a los quehaceres domésticos; acomodé mis cosas, desenvolví el papel que había comprado en el pueblo para este registro de mi vida y mis actos, instalé en un rincón el estuche enjoyado con el resto de la droga, amontoné mi ropa encima, barrí la arena roja. Dediqué todo mi primer día de residencia aquí a camuflar el terramóvil, para que no delatara mi presencia cuando llegaran a buscarme: lo llevé a una hondonada poco profunda, de modo que su parte superior apenas sobresaliera del suelo, y junté plantas leñosas para cubrirlo, y eché arena sobre los tallos entrelazados. Cuando terminé, sólo unos ojos penetrantes podrían haber visto el coche. Tomé cuidadosa nota del sitio, para poder encontrarlo yo mismo cuando me dispusiera a partir.

Durante algunos días anduve simplemente por el desierto, pensando. Fui al paraje donde el ave-punzón mató a mi padre, y no temí a los pájaros de afilado pico que rondaban: también a ellos me entregaba. Reexaminé lo que había sucedido en mi tiempo de cambios, preguntándome: «¿Es esto lo que querías, es esto lo que esperabas lograr, te satisface esto?». Reviví cada una de mis muchas comuniones espirituales, desde la que tuve con Schweiz hasta la que tuve con Halum, preguntando: «¿Ha sido bueno? ¿Ha habido errores que podían evitarse? ¿Has ganado o has perdido con lo que has hecho?». Y concluí que había ganado más de lo que había perdido, aunque mis pérdidas habían sido terribles. Lo único que lamentaba era la pobreza de las tácticas, no los defectos de los principios. Si me hubiera quedado con Halum hasta que se le hubieran disipado las incertidumbres, tal vez ella no habría cedido ante la vergüenza que la destruyó. Si yo hubiera sido más abierto con Noim…, si hubiera permanecido en Manneran para enfrentarme a mis enemigos…, si…, si… si…, y, sin embargo, no tenía remordimientos por haber cambiado, sino por haber malogrado mi revolución espiritual. Porque estaba convencido del error del Pacto y de nuestro modo de vida. Tu modo de vida. Que Halum hubiera juzgado necesario matarse después de experimentar el amor humano durante dos horas era la más severa acusación posible contra el Pacto.

Y finalmente — no hace muchos días — empecé a escribir lo que has estado leyendo. Mi fluidez me sorprendió; quizá he llegado casi a la locuacidad, aunque al principio me resultó difícil utilizar la gramática que me impuse. «Yo soy Kinnall Darival y me propongo contarte todo acerca de mí.» Así empecé mis memorias. ¿He sido fiel a ese propósito? ¿He ocultado algo? Día tras día, mi pluma ha arañado el papel, y me he mostrado entero a ti, sin maquillaje alguno. En esta cabaña que más bien parece una sauna, me he desnudado. Entretanto, no he tenido contacto con el mundo exterior, salvo ocasionales indicios, quizá irracionales, de que los agentes de Stirron están rastrillando las Tierras Bajas Abrasadas, buscándome. Creo que hay guardias apostados en las salidas hacia Salla, Glin y Manneran, y probablemente también en los pasos occidentales, así como en la Quebrada de Stroin, por si acaso intento llegar al golfo de Sumar atravesando las Tierras Bajas Húmedas. La suerte me ha acompañado hasta ahora, pero pronto me encontrarán. ¿Les esperaré? ¿O me marcharé, confiando en la buena suerte, con la esperanza de hallar una salida que no esté vigilada? Tengo este grueso manuscrito. Ahora lo valoro más que a mi vida misma. Si tú pudieras leerlo, si pudieras ver cómo he avanzado, tropezando y tambaleando, hacia mi propio conocimiento, si pudieras recibir de él las vibraciones de mi mente… Creo haberlo anotado todo en esta autobiografía, en este registro de mí mismo, en este documento único en la historia de Velada Borthan. Si soy capturado aquí, mi libro será capturado conmigo, y Stirron lo hará quemar. Debo marcharme, entonces. Pero…

¿Un ruido? ¿Motores?

Un terramóvil que se acerca velozmente a mi cabaña por la tierra roja y lisa. Me han descubierto. Ya está. Por lo menos he podido escribir hasta aquí.

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