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Quizá debiera escribir algo acerca de la geografía de mi mundo.

En nuestro planeta de Borthan hay cinco continentes. En este hemisferio hay dos. Velada Borthan y Sumara Borthan, es decir el Mundo del Norte y el Mundo del Sur. Hay un largo viaje por mar desde cualquier costa de estos continentes hasta los continentes del hemisferio opuesto, que han sido denominados simplemente Umbis, Dabis, Tibis, o sea Uno, Dos, Tres.

De esas tres tierras distantes, muy poco puedo decirte. Las exploró por vez primera un septarca de Glin, hace unos setecientos años. La curiosidad le costó la vida a ese septarca, y desde entonces no las visitaron ni siquiera cinco partidas de exploradores. Ningún ser humano mora en ese hemisferio. Se dice que Umbis es muy parecido a las Tierras Bajas Abrasadas, pero peor, con llamas doradas que brotan de la atormentada tierra en muchos sitios. Dabis es junglas y pantanos infestados de fiebre, y algún día la colmará nuestra gente, esperando demostrar su virilidad, ya que, según tengo entendido, en ella pululan animales peligrosos. Tibis está cubierto de hielo.

No somos una raza angustiada por el afán de viajar. Yo mismo no fui nunca viajero hasta que las circunstancias me lo impusieron. Aunque por nuestras venas corre la sangre de los antiguos terrestres, que eran seres errabundos cuyos demonios los impulsaron a vagar entre las estrellas, los de Borthan no nos alejamos mucho de casa. Ni siquiera yo, que soy un poco diferente de mis camaradas en el modo de pensar, ansié nunca ver los campos nevados de Tibis ni los pantanos de Umbis, salvo tal vez cuando era niño y anhelaba tragarme todo el universo. Entre nosotros se considera gran cosa viajar simplemente de Salla a Glin, y es en verdad excepcional el hombre que ha cruzado el continente, no hablemos ya de quien se aventuró hasta Sumara Borthan, como yo.

Como yo.

Velada Borthan es la cuna de nuestra civilización. El arte de la cartografía nos muestra que es una gran masa terrestre cuadrada, con puntas redondeadas. Dos grandes muescas en forma de Y le perforan la periferia: en la costa norte, a medio camino entre las puntas este y oeste, está el golfo Polar; y directamente hacia el sur, en la costa opuesta, está el golfo de Sumar. Entre estas dos extensiones acuáticas se extienden las Tierras Bajas, un canal que recorre todo el continente de norte a sur. En las Tierras Bajas ningún punto se eleva más sobre el nivel del mar que la altura de cinco hombres, y muchos sitios, especialmente en las Tierras Bajas Abrasadas, están bajo el nivel del mar.

Sobre la forma de Velada Borthan hay un cuento popular que relatamos a nuestros hijos. Decimos que la gran lombriz del hielo, Hrungir, nacida en las aguas del mar Polar del Norte, se movió y despertó un día con súbito apetito, y comenzó a mordisquear la costa norte de Velada Borthan. La lombriz masticó durante mil miles de años, hasta que comiendo dejó abierto el golfo Polar. Entonces, un poco enferma por tanta voracidad, subió a tierra para descansar y digerir lo que había devorado. Con malestares estomacales, Hrungir serpenteó hacia el sur, hundiendo la tierra bajo su enorme peso, y haciendo que las montañas subiesen en compensación, al este y al oeste de su cuerpo. La lombriz descansó más tiempo en las Tierras Bajas Abrasadas que, en consecuencia, se hundieron más que cualquier otra región. Con el tiempo renació el apetito de la lombriz, que volvió a reptar hacia el sur, hasta llegar por fin a un sitio donde una cordillera que corría de este a oeste le impedía avanzar. Entonces masticó las montañas, creando la Quebrada de Stroin, y siguió camino hacia nuestra costa sur. En otro acceso de hambre, la lombriz abrió a mordiscos el golfo de Sumar. Las aguas del estrecho de Sumar se precipitaron a llenar el sitio donde había estado la tierra, y la creciente llevó a Hungrir al continente de Sumara Borthan, donde ahora vive la lombriz del hielo, enroscada bajo el volcán Vashnir y lanzando humaredas venenosas. Eso dice la fábula.

La cuenca larga y estrecha que imaginamos como la huella de Hrungir se divide en tres distritos. Al extremo norte se encuentran las Tierras Bajas Heladas, un paraje de hielos perpetuos donde nunca se ve a nadie. Según la leyenda, el aire es tan seco y frío que basta con que un hombre lo aspire una vez para que sus pulmones se conviertan en cuero. Sin embargo, la influencia polar llega apenas a una corta distancia en nuestro continente. Al sur de las Tierras Bajas Heladas se extienden las inmensas Tierras Bajas Abrasadas, que carecen casi totalmente de agua, y sobre las cuales cae constantemente la furia del sol. Nuestras dos elevadas cordilleras montañosas, de norte a sur, impiden que entre ni una sola gota de lluvia en las Tierras Bajas Abrasadas; tampoco llega a ese sitio ningún río ni arroyo. La tierra es de un color rojo brillante, con algunas vetas amarillas, eso se lo atribuimos al calor del vientre de Hrungir, aunque nuestros geólogos lo cuentan de otra manera. En las Tierras Bajas Abrasadas viven unas plantas pequeñas que extraen su alimento no sé de dónde, y hay muchos tipos de animales, todos extraños, deformes y desagradables. En el extremo sur de las Tierras Bajas Abrasadas hay un profundo valle que va de este a oeste y mide a lo ancho varios días de viaje, y en cuyo extremo opuesto está situado el pequeño distrito llamado Tierras Bajas Húmedas. Brisas septentrionales que vienen del golfo de Sumar llevan humedad a través de la Quebrada de Stroin; esos vientos chocan con las furiosas ráfagas calientes que salen de las Tierras Bajas Abrasadas y son obligados a soltar su carga a no mucha altura sobre la Quebrada creando una zona de vegetación densa y exuberante. Las brisas del sur, cargadas de agua, nunca consiguen llegar al norte de las Tierras Bajas Abrasadas para bañar la zona de tierra roja. Como ya dije, las Tierras Bajas Heladas no son visitadas nunca, y en las Tierras Bajas Abrasadas penetran solamente los cazadores y quienes tienen que viajar entre las costas este y oeste; pero las Tierras Bajas Húmedas son habitadas por varios miles de agricultores que cultivan frutos exóticos para la gente de la ciudad. Me han dicho que esa lluvia constante les pudre el alma, que no tienen forma alguna de gobierno y que acatan imperfectamente nuestras costumbres de autonegación. Entre ellos estaría yo ahora, para averiguar directamente cómo son, si pudiera esquivar el cordón que han establecido mis enemigos al sur de este lugar.

Flanquean las Tierras Bajas dos inmensas cordilleras: las Huishtor al este, las Threishtor al oeste. Estas montañas empiezan en la costa norte de Velada Borthan virtualmente a orillas del mar Polar del Norte, y siguen hacia el sur, curvándose gradualmente hacia el interior; ambas cordilleras se unirían no lejos del golfo de Sumar si no las separara la Quebrada de Stroin. Son tan altas que interceptan todos los vientos. Por lo tanto, sus laderas internas son estériles, pero las laderas que dan a los océanos gozan de fertilidad.

En Velada Borthan el género humano ha excavado su dominio en dos fajas costeras, entre los océanos y las montañas. En la mayoría de los sitios la tierra es, a lo sumo, marginal, de modo que nos cuesta mucho conseguir todos los alimentos que necesitamos, y la vida es una lucha constante contra el hambre. Uno suele preguntarse por qué nuestros antepasados, cuando llegaron a ese planeta, hace tantas generaciones, eligieron a Velada Borthan para instalarse; habría sido mucho más fácil cultivar en el continente vecino de Sumara Borthan y tal vez hasta el pantanoso Dabis habría ofrecido más satisfacción. La explicación que se nos da es que nuestros antepasados eran personas severas y diligentes, que gustaban de las dificultades, y temían dejar que sus hijos moraran en un sitio donde la vida pudiera ser insuficientemente dura. Las costas de Velada Borthan no eran inhabitables ni demasiado cómodas, por lo tanto, se adecuaban a dichos fines. Creo que esto es verdad, ya que sin duda la principal herencia que tenemos de esos antiguos es la idea de que la comodidad es pecado, y la facilidad perversión. Sin embargo, mi hermano vincular, Noim, comentó una vez que los primeros pobladores eligieron Velada Borthan porque allí descendió su astronave, y habiendo recorrido las inmensidades del espacio les faltaba energía para atravesar aunque fuera un solo continente más en busca de un hogar mejor. Yo lo dudo, pero el tono burlón de esta idea es característico del gusto de mi hermano vincular por la ironía.

Los primeros en llegar establecieron su colonia inicial en la costa occidental, en el paraje que llamamos Threish, es decir el sitio del Pacto. Se multiplicaron con rapidez, y como eran una tribu empecinada y pendenciera, se dividieron pronto, yendo tal y cual grupo a vivir aparte. Así se originaron las nueve provincias occidentales. Todavía sigue habiendo acerbas disputas fronterizas entre ellas.

A su tiempo se agotaron los limitados recursos del oeste, y los emigrantes buscaron la costa oriental. Entonces no teníamos transporte aéreo; y no es que ahora tengamos mucho: no somos gente aficionada a la mecánica, y carecemos de recursos naturales utilizables como combustible. Por eso fueron hacia el oeste en terramóviles o en lo que entonces hacía las veces del terramóvil. Fueron descubiertos los tres pasos de las Threishtor, y los audaces entraron valerosamente en las Tierras Bajas Abrasadas. Solemos cantar largas epopeyas míticas acerca de las penurias de esas travesías. Subir a las Threishtor para llegar a las Tierras Bajas era difícil, pero salir por el otro lado era casi imposible, ya que el ser humano desde la región de tierra roja tiene una sola ruta para cruzar las Huishtor: la Puerta de Salla, que costó no poco encontrar. Pero la encontraron, e irrumpieron por ella, y establecieron mi país de Salla. Cuando empezaron las reyertas, muchos fueron al norte y fundaron Glin; y más tarde otros fueron al sur para instalarse en la sagrada Manneran. Durante mil años bastó tener sólo tres provincias en el este, hasta que en una nueva disputa se formó el pequeño pero próspero reino marítimo de Krell con una punta de Glin y otra de Salla.

Hubo también algunos que no toleraron la vida en Velada Borthan y se hicieron a la mar desde Manneran para ir a establecerse en Sumara Borthan. Pero no es necesario hablar de ellos en una lección de geografía; mucho tendré que decir sobre Sumara Borthan y su gente cuando empiece a explicar los cambios que entraron en mi vida.

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