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La desaparición de Raja Kurjanowa el día previsto para su traslado a Moscú provocó una gran excitación en la datscha del KGB. Raja trató de fingir que había sufrido un accidente y dejó en la orilla del Nilo, en un lugar utilizado para bañarse cercano al cuartel general, un vestido, ropa interior y un par de zapatos para simular que se había ahogado y su cuerpo había sido arrastrado por las aguas; pero el coronel Smolitschew no se dejó engañar por un truco tan poco inteligente, como solía decir, y ordenó detener la «Operación Regreso». Para Moisejew y Lyssenko, los otros dos periodistas que debían volver a Moscú con Raja, eso significó un plazo de gracia. Y se encomendó a ellos mismos la misión de dar con el paradero de la mujer. No satisfecho con ello, el coronel Smolitschew ofreció un premio no especificado a quien encontrara a Raja, de modo que los dos agentes llegaron a albergar esperanzas de que si daban con ella podrían salvarse de su larga temporada en Siberia.

Al día siguiente de la desaparición, Smolitschew citó en su despacho al jefe de la policía de Asuán, le contó el caso y le exigió un control más estricto del registro de extranjeros y que, Nilo abajo, se pusiera en marcha una operación de búsqueda. Se envió a todos y cada uno de los puestos de policía una foto de Raja Kurjanowa, un trabajo inútil según se demostró, dada la mala calidad de la foto del pasaporte y teniendo en cuenta que a un egipcio todas las rusas le parecen iguales.

Las ideas sobre dónde podría estar Raja estaban divididas entre los cerebros del KGB. El coronel Smolitschew sospechaba que se hallaba oculta en algún lugar de Asuán. Allí había suficientes escondites y sobre todo bastantes europeos (por lo general occidentales) que podían acoger a la camarada. Sin embargo, en una reunión especial sobre ese asunto, la mayoría pensó que Raja estaba en El Cairo adonde pudo llegar con el tren nocturno en menos de veinticuatro horas. Todos los participantes estuvieron de acuerdo de que, si había logrado llegar a El Cairo, su búsqueda sería como la famosa aguja en el pajar.

Smolitschew estaba convencido de que había muchas más posibilidades de dar con ella si, como él creía, Raja había decidido ocultarse entre los cinco mil rusos que trabajaban en la obra de la presa de Asuán. Por esa razón envió a Moisejew, provisto de plenos poderes (un ruso necesita plenos poderes para hacer cualquier cosa que vaya más allá del comer y beber), al campamento de la obra, mientras que a Lyssenko se le encomendó la misión, considerada imposible, de buscar a la fugitiva en El Cairo.

A nadie se le ocurrió pensar que Raja se había refugiado en Abu Simbel.

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