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Los mapas, los planos, las anotaciones hechas a mano o impresas de Internet estaban esparcidos por encima i de la cama. Al otro lado de los cristales, abocados a la oscuridad exterior, el universo entero se había detenido. Quizá toda África. El Níger fluía a menos de cien metros de donde se encontraban.

Pero el silencio los arrullaba igual que un bálsamo. Joa trató de ordenar sus ideas.

– Para los dogones, la estrella más brillante no era Sirio, sino otra más pequeña que gira en torno a ella, a la que llamaban Po Tolo. Y es imposible que ellos la vieran desde la Tierra, porque no se aprecia a simple vista debido a su luminosidad. Kepler no promulgó sus famosas leyes sobre el movimiento de los planetas hasta el siglo XVII, y los dogones ya habían manifestado su cultura mucho antes. Sirio B se descubrió en 1862. También decían que había una tercera estrella y varios planetas. Sin embargo, en el caso de que Sirio B se hubiese convertido en una gigante roja hace 2.000 años, habría destruido los planetas de su alrededor, que no ha sido el caso. En 1995 los astrónomos afirmaron finalmente que Sirio es un sistema triple.

– Y tanto los dogones como los egipcios compartían su pasión por Sirio.

– Sí, pero eso sería normal teniendo en cuenta que todas las civilizaciones han mirado el cielo de forma intensa y se han inspirado en él. Lo extraordinario es que ellos afirman claramente que proceden del espacio. Los dogones ya decían antiguamente que la Luna era estéril y seca, conocían los anillos de Saturno, sabían que Dana Tolo, Júpiter, tenía cuatro satélites, que los planetas describían órbitas elípticas alrededor del Sol y que la Vía Láctea es una galaxia en espiral formada por millones de estrellas. La única diferencia con nosotros es que para ellos la verdadera estrella principal no era el Sol, sino Sirio B, la invisible compañera de Sirio. Por supuesto he encontrado muchos más datos, pero creo que no tienen relación con nuestra investigación. Son curiosidades, como que los dogones calcularon en cincuenta años el tiempo que tarda Sirio B en dar la vuelta a Sirio; y cuando los astrónomos con sus potentes teleobjetivos hicieron sus cálculos, descubrieron que la cifra exacta es de 50,04 años. Y mira esto…

Le puso delante una extraña representación gráfica.



– ¿Qué es?

– Lo llaman «el huevo del mundo». Es un dibujo de arena de la muy rica cosmogonía Dogon. Metieron en esa representación el sistema de Sirio al completo, aderezado con otros detalles. A es Sirio; B es Po Tolo en dos posiciones; C es Emme Ya, el sol de la mujer, equiparado con Sirio C descubierto a fines del siglo pasado; D son los Nommo, de los que luego te hablaré; E es el Yourougou, una figura mítica masculina destinada a perseguir a su gemelo femenino; F es un satélite de Emme Ya, la estrella de la mujer; G es el signo de la mujer, y H el sexo de ella, representado por una matriz.

– ¿Qué son los Nommo?

– Los dogones afirman que cuanto saben procede de los primeros pobladores de las estrellas que llegaron a la Tierra desde Nyan Tolo, un satélite de Emme Ya, más o menos en el año 3000 antes de Jesucristo. Los llamaron Nommo y los consideraban de origen divino, porque por lo visto descendieron del cielo en un arca roja como el fuego que se volvió blanca al aterrizar. ¿Hay mejor forma de describir una nave espacial? Pero hay más. Hubo un primer Nommo, un extraterrestre que dejó datos y pistas sobre su origen estelar hace entre siete y diez mil años.

– ¿Y cómo era?

– Lo describen como un ser anfibio. La palabra «nummo», con «u», se asocia con el agua. Para ellos los Nommo eran «maestros del agua», con forma de pez mezclada con la forma humana. En fin, sé que suena a ciencia ficción barata y reconozco que la cultura de los dogones ha sido muy discutida y rebatida desde que se empezó a hablar de su origen extraterrestre en los años treinta del siglo pasado. Pero su conexión con la cultura egipcia…

– Hablame de esa conexión egipcia.

– ¿Quieres que me pase toda la noche soltándote el rollo?

– ¡No!

Joa se echó a reír. Parecía una niña feliz. Era feliz.

– Los egipcios también tenían a Sirio en la retina, y toda la constelación de Orion en la cabeza. Muchos de los templos egipcios orientados hacia el Sol en realidad también lo estaban hacia Sirio, y viceversa. Los dos obeliscos de esos templos se erigían cumpliendo una misión, no por adorno. Ellos determinaban el punto en el horizonte por el que salía el Sol a lo largo del año. Así conocían los solsticios de verano e invierno, los principales para ellos. Pero saliendo el Sol y Sirio por el mismo punto, descubrieron que Sirio se retrasaba un día cada cuatro años. Así nació el ciclo de Sirio, o sothico, en honor a la diosa Isis, también llamada Sothis. Ese ciclo se cumplía cada 1.460 años. Pasado ese tiempo el calendario sothico y el normal coincidían de nuevo. Divide 1.460 por cuatro y tenemos el año de 365 días. Gracias a ese calendario se conocen exactamente hechos que sucedieron más de cuarenta siglos antes de Jesucristo. ¿Quieres más conexiones curiosas? Los egipcios llamaban Tistrya a Sirio. Tri Stri significa «tres estrellas». De nuevo un pueblo que sabía que Sirio era una estrella triple, algo que no se demostró como te he dicho antes hasta 1995. Las pirámides de Giza representan el conjunto de Sirio… y son también el corazón de la constelación de Orion, la más impresionante del cielo.

Le colocó delante el mapa de la necrópolis menfita, con Giza en el centro, Abusir en un extremo y Abu Roasch en el otro. Y a continuación el de Orion al lado.

– ¿Y tú crees que la puerta interestelar está dentro de esos dos triángulos de la necrópolis menfita?

– Sí.

– ¿Pero por qué la cruz del Nilo no aparece en ninguna parte dentro de una representación de la necrópolis?



– Porque no hay representaciones de la necrópolis. No las necesitaban. Fue después de la llegada de Napoleón a Egipto cuando se empezó a investigar y se descubrió que las pirámides estaban construidas siguiendo un mapa estelar. Mira esto.


– Orion en su máximo esplendor, con todas las estrellas interiores y exteriores. Equivale a un cazador, ¿ves?

– dijo Joa.

– ¿Cuáles son las principales estrellas de Orion?

– Betelgeuse, Alfa, que es una supergigante y en noches oscuras tiene tonalidad roja; Rigel, Beta, una supergigante azul cuatro mil veces más luminosa que el Sol; Bellatrix, Gamma, otra gigante azul; Mintaka, Delta, supergigante ocho mil trescientas veces más brillante que el Sol que está en el Cinturón de Orion, formado por tres estrellas alineadas y que apuntan a Sirio; Alnilam, Epsilon, segunda estrella del Cinturón y treinta mil veces más luminosa que el Sol; Alnitak, Zeta, la tercera del Cinturón, otra supergigante diez mil quinientas veces más brillante que el Sol; luego está Saiph, la sexta estrella más brillante de Orion y mi favorita, no sé por qué. Su nombre en árabe es Saif Al Jabbar, que significa «la Espada del Gigante». Por último tenemos a Meissa, la cabeza de nuestro cazador. Para que te hagas una idea de las distancias, te diré que Betelgeuse dista 427 años luz de nosotros, Rigel 770, Bellatrix 243, Mintaka 920, Alnilam 1.340 y Alnitak 820.

– Un paseo.

– Quedan M42 y M43. M de Messier, que fue el que las localizó. Son nebulosas. Y otros «objetos» como la M 78, una nebulosa difusa situada fuera de los dos triángulos; la NGC 2186, la NGC 1662 y la NGC 1980, cúmulos estelares en formación, jóvenes, de doscientos o trescientos millones de años.

– ¿Has colocado todos estos puntos estelares sobre la necrópolis menfita para ver con qué coincide cada uno?

– Lo puedo dibujar… Los principales serían éstos: Meissa es Abusir, Bellatrix es Zauyat Al Aryan, y Saiph sería Abu Roasch. En horizontal, tal y como está dispuesta la necrópolis menfita en el suelo de Egipto…



– En el suelo de Egipto esas estrellas equivalen a pirámides o lugares hoy en día yermos pero que tuvieron su importancia en el pasado de los egipcios, ¿no?, con escaso turismo porque hay que ir expresamente y a pie en muchos casos -comentó David mientras contemplaba el dibujo improvisado.

– Sí, resultará complicado si tenemos que inspeccionarlos uno por uno. El punto que nos interesa puede estar enterrado o en cualquier otra parte -concluyó ella.

– Salvo que uno de tus Defensores de los Dioses haga guardia encima.

– No bromees.

– Han de vigilarlo, ¿no?

No había pensado en ello. David tenía razón.

– ¿Y si tu puerta está justo debajo de la gran pirámide de Kheops, por ejemplo? -continuó haciendo de abogado del diablo.

– Lo pensé cuando estuve allí -suspiró Joa.

– ¿Y…?

Se quedó sin respuesta. Y sin ganas de seguir hablando.

Deseaba abrazarlo, besarle, sentirle.

Dormir toda la noche a su lado.

– Vamos a la cama, ¿quieres? -guardó todos los papeles de forma ordenada en su bolso de viaje sintiéndose igual que una joven novia llena de timidez.

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