15

La sombrereria Fortuny, o lo que quedaba de ella, languidecia al pie de un angosto edificio ennegrecido de hollin y de aspecto miserable en la ronda de San Antonio, junto a la plaza de Goya. Todavia podian leerse las letras grabadas sobre los cristales empanados de mugre, y un cartel en forma de bombin seguia ondeando en la fachada, prometiendo disenos a medida y las ultimas novedades de Paris. La puerta estaba asegurada con un candado que parecia llevar alli por lo menos diez anos. Pegue la frente al cristal, intentando penetrar con la mirada el interior en tinieblas.

- Si viene por lo del alquiler, llega tarde -dijo una voz a mi espalda-. El administrador de la finca ya se ha ido.

La mujer que me hablaba debia de rondar los sesenta anos y vestia el uniforme nacional de viuda devota. Un par de rulos asomaban bajo un panuelo rosa que le cubria el pelo, y las pantuflas de boatine iban a juego con unas medias color carne de media cana. Di por sentado que era la portera del inmueble.

- ?Es que la tienda esta en alquiler? -pregunte.

- ?No venia usted por eso?

- En principio no, pero nunca se sabe, a lo mejor me interesa.

La portera fruncio el ceno, decidiendo si me catalogaba de cantamananas o me concedia el beneficio de la duda. Adopte la mas angelical de mis sonrisas.

- ?Hace mucho que cerro la tienda?

- Lo menos doce anos, cuando se murio el viejo.

- ?El senor Fortuny? ?Lo conocia usted?

- Llevo cuarenta y ocho anos en esta escalera, mozo.

- Entonces a lo mejor conocio usted tambien al hijo del senor Fortuny.

- ?Julian? Pues claro.

Saque del bolsillo la fotografia quemada y se la mostre.

- ?Cree que podria decirme si el joven que aparece en la fotografia es Julian Carax?

La portera me miro con cierta desconfianza. Tomo la fotografia en sus manos y clavo la mirada en ella.

- ?Le reconoce?

- Carax era el apellido de soltera de la madre -matizo la portera, con cierta reprobacion-. Este es Julian, si. Le recuerdo muy rubito, aunque aqui en la foto parece que tenga el pelo mas oscuro.

- ?Podria decirme quien es la muchacha que esta con el?

- ?Y quien lo pregunta?

- Disculpeme, mi nombre es Daniel Sempere. Estoy tratando de averiguar algo sobre el senor Carax, sobre Julian.

- Julian se fue a Paris, alla en el ano 18 o 19. Su padre queria meterlo en el ejercito, ?sabe? Yo creo que la madre se lo llevo para librarlo al pobrecillo. Aqui se quedo solo el senor Fortuny, en el atico.

- ?Sabe si Julian regreso a Barcelona alguna vez?

La portera me miro en silencio.

- ?No lo sabe usted? Julian murio aquel mismo ano, en Paris.

- ?Perdon?

- Digo que Julian fallecio. En Paris. Al poco de llegar. Mas le hubiera valido meterse en el ejercito.

- ?Puedo preguntarle como sabe usted eso?

- ?Como va a ser? Porque me lo dijo su padre. Asenti lentamente.

- Entiendo. ?Le dijo de que murio?

- El viejo no daba muchos detalles, la verdad. Un dia, al poco de marchar Julian, llego una carta para el y cuando le pregunte a su padre me dijo que su hijo habia muerto y que si llegaba algo mas para el que lo tirase. ?Por que pone esa cara?

- El senor Fortuny le mintio. Julian no murio en 1919.

- ?Que me dice?

Julian vivio en Paris, por lo menos hasta el ano 35 y luego regreso a Barcelona.

El rostro de la portera se ilumino.

- Entonces, ?Julian esta aqui, en Barcelona? ?Donde? Asenti, confiando en que de este modo la portera se animaria a contarme mas.

- Madre de Dios... Pues me da usted una alegria, bueno, si es que vive, porque era un crio muy carinoso, un poco raro y muy fantasioso, eso si, pero tenia un no se que que te robaba el corazon. No hubiera servido para soldado, eso se veia de lejos. A mi Isabelita le gustaba horrores. Fijese que durante una temporada pense que se acabarian casando y todo, cosas de crios... ?Me deja ver esa foto otra vez?

Le tendi la foto de nuevo. La portera la contemplaba como si fuese un talisman, un billete de vuelta a su juventud.

- Parece mentira, mire, como si le estuviese viendo ahora mismo... y el malasombra ese decir que se habia muerto. Desde luego, es que hay gente en el mundo que esta para que haya de todo. ?Y que se hizo de Julian en Paris? Seguro que se hizo rico. A mi siempre me parecio que Julian iba para rico.

- No exactamente. Se hizo escritor.

- ?De cuentos?

- Algo parecido. Escribia novelas.

- ?Para la radio? Ay, que bonito. Pues no me extrana nada, ?sabe usted? De chiquillo se pasaba la vida contandole historias a los crios de aqui por el barrio. En verano, a veces mi Isabelita y sus primas subian al terrado por la noche a escucharle. Decian que nunca contaba la misma historia dos veces. Eso si, todas iban de muertos y animas. Ya le digo que era un crio un poco raro. Aunque con ese padre lo raro es que no saliera majareta. No me extrana que al final lo dejara la mujer, porque era un malasombra. Mire usted que yo no me meto en nada, ?eh? A mi todo me parece muy bien, pero ese hombre no era bueno. En una escalera, al final todo se sabe. El la pegaba, ?sabe usted? Siempre se oian gritos en la escalera, y mas de una vez tuvo que venir la policia. Yo ya entiendo que a veces el marido tiene que pegar a la mujer para que le respete, no digo que no, que hay mucha golfa y las mozas ya no suben como antes, pero es que a este le gustaba zurrarla porque si, ?me entiende? La unica amiga que tenia esa pobre mujer era una chica joven, la Vicenteta, que vivia en el cuarto segunda. A veces la pobre se refugiaba en casa de la Vicenteta para que el marido no la zurrase mas. Y le contaba cosas...

- ?Como que?

La portera adopto un aire confidencial, enarcando una ceja y mirando a los lados de soslayo.

- Como que el crio no era del sombrerero.

- ?Julian? ?Quiere decir que Julian no era hijo del senor Fortuny?

- Eso le dijo la francesa a la Vicenteta, no se si por despecho o vaya usted a saber por que. A mi me lo conto la chica anos despues, cuando ya no vivian aqui.

- ?Y quien era el verdadero padre de Julian entonces?

- La francesa nunca lo quiso decir. A lo mejor ni lo sabia. Ya sabe como son los extranjeros.

- ?Y cree que por eso le pegaba su marido?

- Vaya usted a saber. Tres veces la tuvieron que llevar al hospital, oigame, tres. Y el muy cerdo tenia los arrestos de contarle a todo el mundo que la culpa era de ella, que era una borracha y se daba porrazos por la casa de puro darle a la botella. A mi que no me digan. Siempre tenia pleitos con todos los vecinos. A mi difunto marido, que en gloria este, lo denuncio una vez de haberle robado en la tienda, porque segun el todos los murcianos eran unos vagos y unos ladrones, y fijese usted que nosotros somos de Ubeda...

- ?Me decia usted que reconocia a la muchacha que aparece con Julian en la foto?

La portera se concentro de nuevo en la imagen.

- No la habia visto nunca. Muy mona.

- Por la foto parece que fuesen novios -sugeri, a ver si le pinchaba la memoria.

Me la tendio, sacudiendo la cabeza.

- Yo de fotos no entiendo. Y que yo sepa, Julian no tenia novia, pero me figuro yo que si la tuviese no me lo hubiera dicho. A duras penas me entere de que mi Isabelita se habia liado con ese... ustedes los jovenes nunca cuentan nada. Somos los viejos los que no sabemos parar de hablar.

- ?Recuerda a sus amigos, alguien en especial que viniese por aqui?

La portera se encogio de hombros.

- Ay, hace ya tanto tiempo. Ademas, en los ultimos anos Julian ya paraba poco por aqui, ?sabe usted? Habia hecho un amigo en el colegio, un nino de muy buena familia, los Aldaya, no le digo nada. Ahora ya no se habla de ellos, pero por entonces era como decir la familia real. Mucho dinero. Lo se porque a veces enviaban un coche a buscar a Julian. Tenia usted que haber visto que coche. Ni Franco, oiga. Con chofer, todo reluciente. Mi Paco, que de esto entendia, me dijo que era un rolsroi o algo asi. Ahi es nada.

- ?Recuerda usted el nombre de este amigo de Julian?

- Mire, con un apellido como Aldaya, no hacen falta nombres, a ver si me entiende usted. Tambien me acuerdo de otro chico, un poco atolondrado, un tal Miquel. Creo que tambien era companero suyo de clase. No me pregunte ni que apellido ni que cara tenia.

Parecia que habiamos llegado a un punto muerto y temi empezar a perder el interes de la portera. Decidi seguir una corazonada.

- ?Vive alguien ahora en el piso de los Fortuny?

- No. El viejo murio sin hacer testamento, y la mujer, que yo sepa, aun esta en Buenos Aires y no vino ni al entierro.

- ?Por que Buenos Aires?

- Porque no pudo encontrar un sitio mas lejos de el, digo yo. No la culpo, la verdad. Lo dejo todo en manos de un abogado, un tipo muy raro. Yo no le he visto nunca, pero mi hija Isabelita, que vive en el quinto primera, justo debajo, dice que a veces, como tiene llave, viene por la noche y se pasa horas andando por el piso y luego se va. Una vez hasta me dijo que se oian como tacones de mujer. Ya me contara usted.

- A lo mejor eran zancos -sugeri.

Me miro sin comprender. Obviamente, para la portera el tema era muy serio.

- ?Y nadie mas ha visitado el piso en todos estos anos?

- Una vez se presento aqui un tipo muy siniestro, de esos que sonrien todo el rato, un risitas, pero que se le ve venir de lejos. Dijo que era de la Brigada Criminal. Queria ver el piso.

- ?Dijo por que?

La portera nego.

- ?Recuerda su nombre?

- Inspector noseque. Ni me crei que fuese policia. El asunto olia mal, ya me entiende. A algo personal. Le facture con viento fresco y le dije que no tenia las llaves del piso y que si queria algo, que llamase al abogado. Me dijo que volveria, pero no le he vuelto a ver por aqui. Ni ganas.

- ?No tendra usted por casualidad el nombre y la direccion de ese abogado, verdad?

- Eso se lo tendria que preguntar usted al administrador de la finca, el senor Molins. Tiene la oficina aqui cerca, en el 28 de Floridablanca, entresuelo. Digale que va usted de parte de la senora Aurora, servidora de usted.

- Se lo agradezco mucho. Y digame, senora Aurora, ?entonces el piso de los Fortuny esta vacio?

- Vacio no, porque nadie se ha llevado nada de ahi en todos los anos desde que murio el viejo. Si a veces hasta huele. Yo diria que hay ratas y todo, fijese usted.

- ?Cree usted que seria posible echarle un vistazo? A lo mejor encontramos algo que nos indique que se hizo realmente de Julian...

- Ay, yo no puedo hacer eso. Tiene usted que hablarlo con el senor, Molins, que es el que lo lleva.

Le sonrei con malicia.

- Pero usted tendra una llave maestra, supongo. Aunque le dijese a ese individuo que no... No me diga que no se muere usted de curiosidad por saber lo que hay ahi dentro.

Dona Aurora me miro de reojo.

- Es usted un demonio.

La puerta cedio como la losa de un sepulcro, con un quejido brusco, exhalando el aliento fetido y viciado del interior. Empuje el porton hacia el interior, desvelando un pasillo que se hundia en la negrura. El aire hedia a cerrado y a humedad. Volutas de mugre y polvo coronaban los angulos de la techumbre, pendiendo como cabellos blancos. Las losas quebradas del suelo estaban recubiertas por lo que parecia un manto de cenizas. Adverti lo que parecian marcas de pisadas adentrandose en el piso.

- Santa Madre de Dios -murmuro la portera-. Aqui hay mas mierda que en el palo de un gallinero.

- Si lo prefiere, ya entro yo solo -sugeri.

- Eso quisiera usted. Venga, tire palante , que yo le sigo.

Cerramos la puerta a nuestra espalda. Por un instante, hasta que la mirada se nos acostumbro a la penumbra, permanecimos inmoviles en el umbral del piso. Escuche la respiracion nerviosa de la portera y percibi el vahido agrio a sudor que desprendia. Me senti como un ladron de tumbas, con el alma envenenada de codicia y anhelo.

- Oiga, ?que sera ese ruido? -pregunto la portera, inquieta.

Algo aleteaba en las tinieblas, alertado por nuestra presencia. Me parecio entrever una forma palida revoloteando en el extremo del corredor.

- Palomas -dije- Deben de haberse colado por una ventana rota y anidado aqui.

- Pues mire que me dan un asco a mi los pajarracos esos -dijo la portera-. Con lo que llegan a cagar.

- Usted tranquila, dona Aurora, que solo atacan cuando tienen hambre.

Nos adelantamos unos pasos hasta el fin del pasillo. Llegamos a un comedor que daba al balcon. Se apreciaba el contorno de una mesa destartalada recubierta por un mantel deshilachado que parecia una mortaja. La velaban cuatro sillas y un par de vitrinas veladas de suciedad que custodiaban la vajilla, una coleccion de vasos y un juego de te. En una esquina permanecia el viejo piano vertical de la madre de Carax. Las teclas habian ennegrecido y apenas se veian las junturas bajo el velo de polvo. Frente al balcon palidecia una butaca de faldones raidos. Junto a ella habia una mesa de cafe sobre la que reposaban unas lentes de lectura y una Biblia encuadernada en piel palida y ribeteada con filetes dorados, de las que se regalaban entonces por la primera comunion. Todavia conservaba el punto, una hebra de cordel escarlata.

- Mire, en esa butaca es donde encontraron muerto al viejo. Dijo el medico que llevaba ahi dos dias. Que triste morir asi, solo como un perro. Y mire que se lo busco, pero aun asi, mire que me da lastima.

Me acerque a la butaca mortuoria del senor Fortuny. Junto a la Biblia habia una pequena caja con fotografias en blanco y negro, retratos viejos de estudio. Me arrodille a examinarlas, dudando casi viejos rozarlas con los dedos.

Pense que estaba profanando los recuerdos de un pobre hombre, pero la curiosidad pudo mas. La primera estampa mostraba a una pareja joven con un nino de no mas de cuatro anos. Le reconoci por los ojos.

- Ahi los tiene usted. El senor Fortuny de joven, y ella...

- ?No tenia Julian hermanos o hermanas?

La portera se encogio de hombros, suspirando.

- Decian por ahi que ella habia perdido un embarazo por una de las palizas del marido, pero yo no se. A la gente le gusta mucho la chafarderia, la verdad. Una vez, Julian le conto a los crios de la escalera que tenia una hermana que solo el podia ver, que salia de los espejos como si fuese de vapor y que vivia con el mismisimo Satanas en un palacio debajo de un lago. Mi Isabelita tuvo pesadillas para un mes entero. Mire que era morboso ese crio a veces.

Eche un vistazo a la cocina. El cristal de una pequena ventana que daba a un patio interior estaba roto, y podia oirse el aleteo nervioso y hostil de palomas al otro lado.

- ?Todos los pisos tienen la misma distribucion? -pregunte.

- Los que dan a la calle, osease los de la segunda puerta, si, pero este, al ser atico, es algo diferente -explico la portera-. Ahi tiene la cocina y un lavadero que da al tragaluz. Por ese pasillo hay tres habitaciones y al fondo un bano. Bien puestos dan mucho arreglo, no se piense. Este es parecido al de mi Isabelita, claro que ahora parece una tumba.

- ?Sabe cual era la habitacion de Julian?

- La primera puerta es el dormitorio principal. La segunda da a una habitacion mas pequena. A lo mejor esa, digo yo.

Me adentre en el pasillo. La pintura de las paredes se deshacia en jirones. Al fondo del corredor, la puerta del bano estaba entreabierta. Un rostro me observaba desde el espejo. Hubiera podido ser el mio o el de la hermana que vivia en los espejos de aquel piso. Intente abrir la segunda puerta.

- Esta cerrada con llave -dije.

La portera me miro, atonita.

- Esas puertas no tienen cerradura -murmuro.

- Esta si.

- Pues la haria poner el viejo, porque en los demas pisos...

Baje la mirada y observe que el rastro de pisadas en el polvo llegaba hasta la puerta cerrada.

- Alguien ha entrado en la habitacion -dije-. Recientemente.

- No me asuste -dijo la portera.

Me acerque a la otra puerta. No tenia cerradura. Cedio al tacto, deslizandose hacia el interior con un gemido herrumbroso. En el centro descansaba una vieja cama de palanquin, deshecha. Las sabanas amarilleaban como sudarios. Un crucifijo presidia sobre el lecho. Habia un pequeno espejo sobre una comoda, una vasija, una jarra y una silla. Un armario entreabierto reposaba contra la pared. Rodee la cama hasta una mesita de noche cubierta con un cristal que aprisionaba estampas de antepasados, recordatorios de funerales y billetes de loteria. Encima de la mesita habia una caja de musica de madera labrada y un reloj de bolsillo congelado para siempre a las cinco y veinte. Intente dar cuerda a la caja de musica, pero la melodia se trabo despues de seis notas. Abri el cajon de la mesita de noche. Encontre un estuche de gafas vacio, un cortaunas, un frasco de petaca y una medalla de la virgen de Lourdes. Nada mas.

- Tiene que haber una llave de esa habitacion en alguna parte -dije.

- La tendra el administrador. Mire, digo yo que mejor nos vamos y...

Me cayeron los ojos a la caja de musica. Levante la tapa y alli, bloqueando el mecanismo, encontre una llave dorada. La tome, y la caja de musica reemprendio su tintineo. Reconoci una melodia de Ravel.

- Esta tiene que ser la llave -sonrei a la portera.

- Oiga, si el cuarto estaba cerrado, seria por algo. Aunque solo sea por respeto a la memoria de...

- Si lo prefiere, puede usted esperarme en la porteria, dona Aurora.

- Es usted un demonio. Ande, abrala de una vez.

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