Pase el sabado en trance, anclado tras el mostrador de la libreria con la esperanza de ver a Bea aparecer por la puerta como por ensalmo. Cada vez que sonaba el telefono me lanzaba a la carrera para contestar, arrebatando el auricular a mi padre o a Fermin. A media tarde, despues de una veintena de llamadas de clientes y sin noticias de Bea, empece a aceptar que el mundo y mi miserable existencia llegaban a su fin. Mi padre habia salido a valorar una coleccion en San Gervasio y Fermin aprovecho la coyuntura para colocarme otra de sus lecciones magistrales en los entresijos de las intrigas amatorias.
- Serenese o va a criar una piedra en el higado -aconsejo Fermin-. Esto del cortejo es como el tango: absurdo y pura floritura. Pero usted es el hombre y le toca llevar la iniciativa.
Aquello empezaba a adquirir un cariz funesto.
- ?La iniciativa? ?Yo?
- ?Que quiere? Algun precio tenia que tener el poder mear de pie.
- Pero si Bea me dio a en tender que ya me diria ella algo.
- Que poco entiende usted de mujeres, Daniel. Me juego el aguinaldo a que esa pollita esta ahora en su casa mirando languidamente por la ventana en plan Dama de las Camelias, esperando que llegue usted a rescatarla del cafre de su senor padre para arrastrarla en una espiral incontenible de lujuria y pecado.
- ?Esta seguro?
- Ciencia pura.
- ?Y si ha decidido que ya no quiere verme mas?
- Mire, Daniel. Las mujeres, con notables excepciones como su vecina la Merceditas, son mas inteligentes que nosotros, o cuando menos mas sinceras consigo mismas sobre lo que quieren o no. Otra cosa es que se lo digan a uno o al mundo. Se enfrenta usted al enigma de la naturaleza, Daniel. La femina, babel y laberinto. Si la deja usted pensar, esta perdido. Recuerde: corazon caliente, mente fria. El codigo del seductor.
Estaba Fermin por detallarme las particularidades y tecnicismos del arte de la seduccion cuando sono la campanilla de la puerta y vimos entrar a mi amigo Tomas Aguilar. El corazon me dio un vuelco. La providencia me negaba a Bea pero me enviaba a su hermano. Funesto heraldo, pense. Tomas traia el rostro sombrio y un aire de cierto desaliento.
- Menudo aire funerario nos trae usted, don Tomas -comento Fermin-. Nos aceptara un cafetito al menos, ?verdad?
- No le dire que no -dijo Tomas, con la reserva habitual.
Fermin procedio a servirle una taza del mejunje que guardaba en su termo y que desprendia un sospechoso aroma jerezano.
- ?Algun problema? -pregunte.
Tomas se encogio de hombros.
- Nada nuevo. Mi padre hoy tiene el dia y he preferido salir a airearme un rato.
Trague saliva.
- ?Y eso?
- Ve a saber. Anoche mi hermana Bea llego a las tantas. Mi padre la estaba esperando despierto y algo tocado, como siempre. Ella se nego a decir de donde venia ni con quien habia estado y mi padre se puso hecho una furia. Estuvo hasta las cuatro de la manana chillando, tratandola de zorra para arriba y jurandole que la iba a meter a monja y que si volvia prenada la iba a echar a patadas a la puta calle.
Fermin me lanzo una mirada de alarma. Senti que las gotas de sudor que me corrian por la espalda descendian varios grados de temperatura.
- Esta manana -continuo Tomas-, Bea se ha encerrado en su cuarto y no ha salido en todo el dia. Mi padre se ha plantado en el comedor a leer el ABC y a escuchar zarzuelas en la radio a todo volumen. En el entreacto de Luisa Fernanda he tenido que salir porque me volvia loco.
- Bueno, seguramente su hermana estaria con el novio, ?no? -pincho Fermin-. Es lo natural.
Le lance un puntapie tras el mostrador, que Fermin driblo con agilidad felina.
- Su novio esta haciendo la mili -preciso Tomas-. No viene de permiso hasta dentro de un par de semanas. Y ademas, cuando sale con el esta en casa a las ocho, como muy tarde.
- ?Y no tiene usted idea de donde estuvo ni con quien?
- Ya le ha dicho que no, Fermin -intervine yo, ansioso por cambiar de tema.
- ?Y su padre tampoco? -insistio Fermin, que se lo estaba pasando en grande.
- No. Pero ha jurado averiguarlo y partirle las piernas y la cara en cuanto sepa quien es.
Me quede livido. Fermin me sirvio una taza de su brebaje sin preguntar. La apure de un trago. Sabia a gasoil tibio. Tomas me observaba en silencio, la mirada impenetrable y oscura.
- ?Lo han oido ustedes? -dijo de pronto Fermin-. Asi como un redoble de salto mortal.
- No.
- Las tripas de un servidor. Miren, de pronto me ha entrado un hambre... ?les importa si les dejo solos un rato y me acerco al horno a ver si pillo algun bollo? Eso sin mencionar a esa dependienta nueva recien llegada de Reus que esta para mojar pan y lo que se tercie. Se llama Maria Virtudes, pero tiene un vicio la nina... Asi les dejo que hablen de sus cosas, ?eh?
En diez segundos Fermin habia desaparecido por ensalmo, rumbo a su merienda y a su encuentro con la ninfula. Tomas y yo nos quedamos a solas rodeados de un silencio que prometia mas solidez que el franco suizo.
- Tomas -empece, con la boca seca-. Ayer por la noche tu hermana estuvo conmigo.
Me contemplo sin apenas pestanear. Trague saliva.
- Di algo -dije.
- Tu estas mal de la cabeza.
Paso un minuto de murmullos en la calle. Tomas sostenia su cafe, intacto.
- ?Vas en serio? -pregunto.
- Solo la he visto una vez.
- Eso no es respuesta.
- ?Te importaria?
Se encogio de hombros.
- Tu sabras lo que haces. ?Dejarias de verla solo porque yo te lo pidiese?
- Si -menti-. Pero no me lo pidas.
Tomas bajo la cabeza.
- Tu no conoces a Bea -murmuro.
Me calle. Dejamos pasar varios minutos sin mediar palabra, mirando las figuras grises oteando desde el escaparate, rogando que alguna se animase a entrar y a rescatarnos de aquel silencio envenenado. Al cabo de un rato, Tomas abandono la taza sobre el mostrador y se dirigio hacia la puerta.
- ?Te vas ya?
Asintio.
- ?Nos vemos manana un rato? -dije-. Podriamos ir al cine, con Fermin, como antes.
Se detuvo junto a la salida.
- Solo te lo dire una vez, Daniel. No le hagas dano a mi hermana.
Al salir se cruzo con Fermin, que venia cargado con una bolsa de pastas humeantes. Fermin lo contemplo perderse en la noche, sacudiendo la cabeza. Dejo las pastas sobre el mostrador y me ofrecio una ensaimada recien hecha. Decline el ofrecimiento. No hubiera sido capaz de tragar ni una aspirina.
- Ya se le pasara, Daniel. Ya lo vera. Estas cosas, entre amigos, son normales.
- No lo se -murmure.