«Como el fuego, igual que el fuego», ésas fueron las primeras palabras que pronunció el chico hipnotizado. Pese a sufrir lesiones mortales, cientos de cuchilladas en la cara, las piernas, el tronco, la espalda, las plantas de los pies, el cuello y la nuca, se lo había inducido a un estado de hipnosis profunda con la esperanza de poder ver a través de sus ojos lo que había sucedido.
– Intento parpadear -murmuró-. Entro en la cocina pero noto algo raro, suena un crujido entre las sillas y un fuego muy rojo se extiende por el suelo.
El asistente de policía que lo encontró en la casa entre los otros cuerpos pensó que estaba muerto. El chico había perdido gran cantidad de sangre, había entrado en estado de shock y no recuperó la conciencia hasta siete horas después.
Era el único testigo superviviente, y el comisario de la policía judicial Joona Linna consideró que era probable que pudiera dar una descripción válida del asesino. Su intención había sido matarlos a todos, y posiblemente por eso no se había molestado en ocultar su rostro durante los hechos.
No obstante, si las demás circunstancias no hubieran sido tan excepcionales, ni siquiera se habrían planteado recurrir a un hipnotista.
En la mitología griega, el dios Hipnos es un muchacho alado que lleva en la mano una amapola. Su nombre significa «sueño». Es hermano gemelo de la muerte e hijo de la noche y la oscuridad.
El término «hipnosis» fue utilizado por primera vez con su significado actual en 1843 por el cirujano escocés James Braid. Con esa palabra describió un estado similar al sueño, de aguzada atención y gran receptividad.
Hoy en día está científicamente demostrado que casi todas las personas son susceptibles de ser hipnotizadas, aunque aún varían las opiniones sobre la utilidad, la fiabilidad y los riesgos de la hipnosis. Probablemente esta ambivalencia tenga que ver con que se ha hecho un mal uso de la misma por parte de embaucadores, artistas y servicios secretos de todo el mundo.
Desde un punto de vista puramente técnico, es fácil llevar a una persona a un estado de conciencia hipnótico; lo difíciles controlar el desarrollo, acompañar al paciente, analizar y manejar el resultado. Sólo con una amplia experiencia y una gran capacidad es posible dominar verdaderamente la hipnosis profunda. En todo el mundo no hay más que un puñado de verdaderos expertos en hipnosis con cualificación médica.