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Rosamund Darnley, al salir del comedor después de desayunar un poco tarde, casi fue derribada por Linda que bajaba saltando las escaleras.

—¡Oh, perdóneme, miss Darnley!

—Hermosa mañana, ¿verdad? —preguntó Rosamund—. Se resiste uno a creerlo después del tormentoso día que hizo ayer.

—Es cierto. Me voy con mistress Redfern a la Ensenada de las Gaviotas. Dije que me reuniría con ella a las diez y media. Creí que llegaba tarde.

—No; son solamente las diez y veinticinco.

—¡Oh!, bien.

La joven jadeaba un poco y Rosamund la miró con curiosidad.

—¿No estará usted febril, Linda?

Los ojos de la muchacha brillaban más de lo ordinario y una viva mancha de color animaba cada mejilla.

—¡Oh, no! Nunca tengo fiebre.

Rosamund sonrió.

—Hacía tan hermoso día que me levanté para desayunar. Generalmente lo hago en la cama. Pero hoy bajé a entendérmelas con los huevos y el jamón como un hombre.

—El buen tiempo me ha despertado también a mí antes que de costumbre —dijo Linda—. La Ensenada de las Gaviotas es una hermosura por las mañanas. Me untaré bien de aceite y me acabaré de poner morena.

—Sí —continuó Rosamund—, la Ensenada de las Gaviotas es muy bonita por las mañanas. Y es un sitio mucho más tranquilo que la playa de aquí.

—Venga también con nosotras —dijo Linda con timidez.

—Esta mañana no puedo —contestó Rosamund—. Tengo otro asunto a resolver.

Cristina Redfern apareció en lo alto de las escaleras.

Llevaba un pijama de playa de vaporosa tela, con largas mangas y amplias perneras, de un color verde con dibujos amarillos. Rosamund ardió en deseos de decir a Cristina que el verde y el amarillo eran los colores más inapropiados para su complexión pálida y ligeramente anémica. Siempre indignaba a Rosamund que la gente no supiese elegir sus trajes.

«Si yo vistiese a esta muchacha, pensó, no tardaría en lograr que su marido levantase la mirada y se fijase en ella. Arlena podrá ser una loca, pero sabe vestir. Esta pobre muchacha, en cambio, parece una lechuga ajada.»

—¡Hermoso tiempo! —dijo en voz alta—. Me voy a Sunny Ledge con un libro.

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