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—¿Qué pensar de mister Blatt? —murmuró Hércules Poirot.

—Eso digo yo —repuso el coronel Weston—. ¿Qué piensa usted de él? Usted le ha tratado más que yo.

—En su idioma inglés hay muchas frases que le describen. ¡Diamante en bruto! ¡Autodidacta! ¡Arribista! Según se le mire, es un hombre patético, ridículo, vocinglero. Todo es cuestión de opinión. Pero yo creo también que es algo más.

—¿Qué más?

Hércules Poirot levantó la mirada hacia el techo y murmuró:

—¡Creo que es... nervioso!

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