42

Markus no lograba concentrarse. Quería su explicación. Sólo había una manera de obtenerla: hacerse el encontradizo. Ir y venir delante del despacho de Nathalie, todo el día si era necesario. En algún momento tendría que salir, y entonces… ahí estaría él, de pura casualidad, yendo y viniendo delante de su despacho. Al final de la mañana, estaba empapado en sudor. Pensó de pronto: «¡Así no le voy a causar buena impresión!» Si saliera ahora, se cruzaría con un hombre sudado que perdía el tiempo yendo y viniendo por el pasillo sin hacer nada. Iba a parecer un tipo raro que camina sin motivo.


Después de comer, volvieron a asaltarle atropelladamente los pensamientos de la mañana. Su estrategia era acertada, debía seguir yendo y viniendo por el pasillo. Era la única solución. Es tan difícil caminar fingiendo que se va a alguna parte… Tenía que adoptar un aire preciso y concentrado; lo peor era desplazarse haciendo como si caminara deprisa. Al final de la tarde, agotado ya, se cruzó con Chloé. La joven le preguntó:

– ¿Estás bien? No sé, te encuentro como… raro.

– Sí, sí, estoy bien. Estoy estirando las piernas un poco. Me ayuda a pensar.

– ¿Sigues con el expediente 114?

– Sí.

– ¿Y qué tal lo llevas?

– Bien. Bueno, más o menos.

– Pues chico, a mí el 108 me está dando un montón de quebraderos de cabeza. Quería hablarlo con Nathalie, pero no ha venido hoy.

– ¿Ah, no? ¿No… ha venido hoy? -preguntó Markus.

– No… Tenía una reunión fuera de París, creo. Bueno, te dejo, voy a ver si soluciono esto.

Markus no reaccionó.

Había caminado tanto que a estas alturas él también habría podido estar fuera de París.

Загрузка...