Mediada la tarde, Nathalie y Markus se tomaron un descanso juntos y se reunieron en la azotea. Se había convertido en su refugio, su cueva. Con sólo intercambiar una mirada, comprendieron que ocurría algo fuera de lo normal, que ambos estaban sujetos a la curiosidad ajena. Se echaron a reír de esa estupidez, y se abrazaron, la mejor manera del mundo de crear silencio. Nathalie le dijo bajito que quería verlo esa noche, y que quería incluso que ya fuera de noche. Era bonito, era dulce, de una intensidad inesperada. Markus se sintió incómodo al explicar que no estaba libre. Era una situación horrible: empezaba a considerar inútil cada segundo que pasaba lejos de Nathalie y, sin embargo, no podía de ninguna manera anular la cena con su jefe. Nathalie se llevó una sorpresa, pero no se atrevió a preguntarle qué planes tenía para esa noche. Sobre todo le extrañó encontrarse de pronto en una posición frágil, a la espera. Markus le explicó que había quedado para cenar con Charles.
– ¿Esta noche? ¿Te ha propuesto quedar para cenar?
En ese momento, Nathalie no sabía si reír o enfadarse. Charles no tenía derecho a cenar con un miembro de su equipo, sin avisarla siquiera. Comprendió enseguida que esa cena no tenía nada que ver con el trabajo. Hasta entonces, Markus no había intentado analizar la súbita motivación de su jefe. Después de todo, era plausible: estaba haciendo un buen trabajo con el expediente 114.
– ¿Y te ha dicho por qué quería cenar contigo?
– Pues… sí… quería felicitarme…
– ¿Y no te parece raro? ¿Lo ves cenando con cada empleado al que quiere felicitar?
– Es que ¿sabes?, él mismo me pareció tan raro que, viniendo de él, ya nada me sorprende.
– Eso es verdad. Tienes razón.
A Nathalie le encantaba la manera que tenía Markus de tomarse las cosas. Podía parecer ingenuidad, pero no. Había en él como una ternura infantil y una capacidad para aceptar las situaciones, incluso las más rocambolescas. Se acercó a ella y la besó. Era su cuarto beso, el más natural. Al principio de una relación casi se podría analizar cada beso. Todo se distingue perfectamente en una memoria que progresa lentamente hacia la confusión de la repetición. Nathalie decidió no decir nada sobre Charles y su grotesca motivación. Markus descubriría por sí solo lo que se escondía detrás de esa cena.