Vibración.
Grofield abrió los ojos y nada de lo que vio tenía sentido para él. Un techo bajo, curvo, barras cromadas. Sintió una vibración bajo su espalda. Trató de mover la cabeza, pero le pesaba demasiado; cada parte de su cuerpo permanecía inmóvil y apenas podía moverse. Lentamente giró la cabeza a la izquierda y vio una ventana a menos de veinte centímetros. Era de día. El campo. «Estoy en un tren», pensó, y trató de recordar a dónde iba. Luego el vehículo en que viajaba adelantó a un coche más lento y comprendió que estaba en una carretera, en un camión, o una caravana, algo con una cama.
Volvió a girar la cabeza. Un techo metálico bajo. Barras cromadas. Un sonido vidrioso que se repetía.
¡Una maldita ambulancia!
«¿Y ahora qué?», pensó, y volvió a desvanecerse.
Cuando volvió en sí, la luz había cambiado, debía de ser por la tarde. La vibración seguía siendo la misma. Esta vez recordaba el despertar anterior, y entonces empezó a recordar más cosas: su nombre y que era dueño de un teatro de verano. Estaba en las últimas, como siempre, y el teatro, para su desesperación, iba nada más que normal. Había ido con Parker a un lugar llamado…
¿Por qué no se acordaba del nombre?
Casi volvió a desvanecerse tratando de recordar el nombre de la ciudad cuando, de pronto, recordó que había sido herido. Buenadella, los ventanales, el hombre oculto en el parque.
– El hijo de puta no me mató -murmuró.
– ¿Hola?
Una voz. Grofield miró a su alrededor, moviendo lentamente la cabeza, y el sujeto rubio y sonriente con delantal blanco apareció junto a él.
– Juraría que está despierto -dijo.
– Una sorpresa distinta para cada uno -susurró Grofield. Trataba de formar sonidos con la garganta, pero sus órganos estaban demasiado débiles.
– ¿Usted es médico?
El tipo se rió. Realmente parecía contento; pero a él no lo habían herido. Dijo:
– ¿Le gusta mi delantal? Me da un aspecto serio.
– Me hirieron una vez -murmuró Grofield-. Cuando me desperté, había una chica hermosa trepando por la ventana.
– Ah -dijo el sujeto-. Se siente desilusionado.
– Así fue como me desperté. El nombre de la chica era Elly.
– Exacto. Soy Stan Devers. Su amigo Parker conduce esta cosa.
Grofield trató de mirar hacia atrás; era imposible. ¿Parker conducía la ambulancia?
– ¿Qué diablos ha pasado? -susurró.
– Bueno -contestó Stan Devers-, es una larga historia.