Nota histórica

Igual que mis anteriores novelas históricas, esta es una obra de ficción basada en hechos reales. A diferencia de las otras, en este libro la realidad y la ficción se entremezclan de una manera más generosa. Esta nota desvela acontecimientos de la trama, por lo que recomiendo que la lea cuando haya terminado el libro.

En novelas anteriores, siempre he intentado centrarme más en acontecimientos históricos importantes y tendencias que en personajes históricos, pero resulta difícil escribir sobre el período federalista sin incluir al menos unas cuantas figuras canónicas. Aunque los protagonistas de la novela -Joan Maycott y Ethan Saunders-, son ficticios, muchas de las personas que aparecen en estas páginas son reales y he hecho todo lo posible por plasmarlos con una precisión al menos razonable. Los lectores que conozcan la historia de Estados Unidos estarán familiarizados, por supuesto, con Alexander Hamilton; sin embargo, entre los otros personajes históricos, destacan William Duer, Hugh Henry Brackenridge, Philip Freneau, Anne Bingham y James y Maria Reynolds. Como algunos lectores sabrán, Aaron Burr mató a Alexander Hamilton en un duelo en las llanuras de Weehawken (convirtiéndose así en el primer vicepresidente americano que se vio implicado en un escandaloso tiroteo), aunque es objeto de controversia si disparó a Hamilton adrede o si Hamilton falló su disparo.

El proyecto favorito de Hamilton era, realmente, el Banco de Estados Unidos y, si bien las imprudentes operaciones de William Duer ocasionaron el primer pánico financiero del país a principios de 1792, la conspiración contra el banco es ficticia. Los acontecimientos históricos que llevaron al pánico de 1792 -las maquinaciones con los bonos del gobierno, el intento de controlar el Banco del Millón y la quiebra de Duer- son hechos reales y me he limitado a convertir a Joan y a sus rebeldes del whisky en los causantes de estos acontecimientos.

En muchos aspectos, esta novela narra los hechos que llevaron a la Rebelión del Whisky de 1794, que muchos historiadores y novelistas han tratado en profundidad. La insurrección la provocó un oneroso impuesto sobre el whisky, un producto que se utilizaba más para consumo propio y trueque que para obtener beneficios, decretado por Alexander Hamilton, quien, con ello, se proponía no solo recaudar dinero, sino demostrar el nuevo poder de un fuerte gobierno federal. Las condiciones de vida en la frontera occidental eran tan brutales como las describo y, probablemente, más.

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