Capítulo 41

Domingo, 17.50 h, Brooklyn

Apenas disponía de tiempo para muestras de tacto. A pesar de todo, se dio cuenta de que TC se sentía incómoda por estar allí, en la casa del hombre al que había amado y de la mujer que este había convertido en su esposa. Will se fijó en las miradas que lanzaba a hurtadillas a las fotografías, particularmente al collage de la boda -puede que una docena de imágenes- que colgaba en la cocina.

Pero si para TC era una sensación extraña, para Will era peor. No había vuelto desde el día en que Beth había desaparecido; solo lo había hecho mentalmente. En ese momento veía el calendario, con las anotaciones de su esposa; veía su cárdigan, colgado en el respaldo de la silla; veía y notaba su ausencia con tanta fuerza que hacía que los ojos le escocieran.

– Escucha, TC, tienes que contarme qué ocurre.-Durante todo el trayecto desde Central Park, desde el momento en que habían dejado a Sandy, él la había estado presionando para que se explicara, pero ella se había negado.

– Will, no estoy segura de estar totalmente en lo cierto, y te conozco: en el momento en que empiece a hablar saldrás corriendo y puede que sea un gran error. Tenemos que hacer las cosas como es debido. No caben las especulaciones.

– De acuerdo. Te prometo que no saldré corriendo. Vamos, cuéntame.

– Esa es una promesa que no puedes hacer, y no te culpo. Confía en mí, Will, por favor.

– Bueno, ¿y cuándo voy a saberlo?

– Pronto. Esta noche.

– ¿Piensas decírmelo esta noche?

– Lo averiguarás esta noche, pero no seré yo quien te lo diga.

– Mira, TC, de verdad. Ya estoy harto de adivinanzas. ¿Qué quieres decir con eso de que no serás tú quien me lo diga?

– Iremos a Crown Heights. Allí, precisamente, es donde está la respuesta.

– ¿Nosotros? ¿Te refieres a que vendrás conmigo?

– Sí, Will. Ya es hora.

– Sí, es cierto, quiero decir que tiene sentido… -Se detuvo. TC lo estaba mirando con expectación. Tardó unos segundos en comprender qué significaba aquella expresión: ella estaba esperando que formulara la siguiente pregunta-. ¿A qué te refieres con lo de que ya es hora?

– ¿No lo has adivinado, Will? ¿Todo este fin de semana y lo que hemos estado haciendo? ¿De verdad que no lo has adivinado?

– ¿Si no he adivinado qué?

Ella se dio la vuelta, evitando su mirada.

– Oh, Will, me sorprendes.

– ¿Por qué te sorprendo? -preguntó él alzando la voz-. ¿De qué demonios estás hablando?

– Esto es muy duro para mí, Will. No sé cómo decírtelo, pero ya es hora de que yo…,bueno, ya sabes…,de que vuelva.

– ¿A donde? ¿A Crown Heights?

– Sí, Will. A Crown Heights. Creía que lo habías adivinado hacía mucho, y yo quería contártelo, pero nunca encontraba el momento adecuado. Hemos tenido tanto en que pensar, tantas cosas que resolver… Entre los hasidim, el secuestro, Beth… Pero tienes derecho a saber la verdad.

»Por lo tanto, ahí va la verdad: mi nombre es Tova Chaya Lieberman. Nací en Crown Heights, en Brooklyn. Soy la tercera de nueve hermanos. Hay un buen motivo para que conozca ese mundo, Will, siempre lo he conocido, por dentro y por fuera. Es mi mundo. ¿Sabes esos chiflados hasidim?. Pues yo soy una de ellos.

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