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Joey tiene el dedo en el gatillo y sus ojos fijos en mí y Shep, pero está concentrada en lo que alguien le está diciendo a través del pequeño auricular que lleva en la oreja derecha. Mis brazos siguen levantados por encima de la cabeza, pero aun así alcanzo a ver mi reloj. Pasan de las siete. Lapidus está en su coche, de camino a su granja en Connecticut. No hay ninguna posibilidad de que ella sea capaz de…

– ¿Hola, señor Lapidus? -dice, hablando al micrófono-. Soy Joey… exacto, la investigadora priv… No, aún no hemos encontrado el dinero… No, lo entiendo, señor, pero tengo una pregunta rápida y esperaba que usted pudiese ayudarme. ¿Conoce a alguien llamado… -echa un vistazo a la identificación de Shep-… Kenneth Kerr?

Se produce una larga pausa mientras Joey escucha lo que le están diciendo desde el otro lado de la línea. Cuanto más se extiende la conversación, más observa a Shep. El no se mueve. Cree que lo de Joey es un farol. De modo que, mientras conserve la calma, ella no puede demostrar nada.

– No… lo comprendo -dice Joey-. Por supuesto, señor. No, sólo quería estar segura.

Saca el móvil del cinturón y se quita el auricular. Ahora tiene el arma en la mano derecha y el teléfono en la izquierda.

– Lapidus quiere hablar con usted -le dice a Shep, extendiendo el auricular y el teléfono.

Shep me mira y luego vuelve a mirar a Joey. Sin perder un segundo avanza hacia ella estudiando su reacción. Joey sonríe abiertamente, estudiando la de Shep. Yo permanezco inmóvil y me doy cuenta de que ellos están jugando en una liga diferente. Y no tengo idea de quién va ganando.

Cuanto Shep se acerca a ella, Joey busca alguna señal. Un leve parpadeo… Un movimiento de hombros… Cualquier detalle al que pueda aferrarse. Pero Shep es demasiado bueno para delatarse.

Cuando más se acerca, más alto parece. Espero que Joey retroceda. Pero no lo hace.

– Aquí tiene -dice ella, extendiendo la mano para darle el teléfono.

– Gracias -dice Shep y se dispone a cogerlo.

No hay miedo en su voz. Está absolutamente tranquilo. Están lo bastante cerca como para que puedan tocarse. Ninguno de los dos retrocede. Puedo verlo en el rostro de Joey: Shep ha superado la prueba. Pero cuando él extiende la mano para coger el teléfono -cuando las palmas de ambos se rozan- Shep abre la mano, aferra el teléfono y la mano de Joey y lanza ambos puños y el teléfono contra la cara de ésta. Todo sucede tan rápido que apenas si me doy cuenta de lo que está ocurriendo. Joey trastabilla hacia atrás al tiempo que el teléfono choca contra el suelo. Joey trata de alzar su arma, pero Shep no le da esa oportunidad.

Lanza otro golpe y le hunde el puño en la cara y Joey, instintivamente, aprieta el gatillo. Se oye un fuerte estampido cuando el proyectil rebota en el cemento y hace un orificio en la pared de metal. Joey se derrumba, inconsciente. Su cabeza golpea en la superficie de cemento con un ruido seco. Parado encima de ella, Shep busca su pistola para acabar la faena.

– ¡Apártate de ella! -grito, placando a Shep por detrás. Es corno tratar de derribar a un elefante. Me lanzo contra él, pero apenas si se mueve. Shep se vuelve y me golpea con el dorso de la mano con tal violencia que estoy a punto de perder el conocimiento.

– ¿Te das cuenta de lo sencillo que podría haber sido todo este asunto? -grita.

Estoy de pie, pero mientras lucho por mantener el equilibrio, él me coge por el cuello y me lanza hacia las carrozas. Cuando choco contra la carroza con forma de locomotora, hago pedazos cientos de luces de Navidad. Me vuelvo furiosamente para devolverle el golpe. Pero él bloquea fácilmente mi puño y me golpea incluso más duro.

– ¡Se acabaron las oportunidades! -grita, lanzándose sobre mí-. ¡Quiero mi dinero!

Con un movimiento veloz y un gruñido de hombre de las cavernas, planta todo el puño en mi ojo izquierdo. Luego echa el brazo hacia atrás y repite el golpe. Siento un dolor lacerante en el ojo, que parece moverse solo. Ya está completamente hinchado y cerrado.

– ¡Dime dónde está, Oliver! -gruñe Shep y vuelve a sacudirme-. ¿Dónde está mi jodido dinero?

Algo húmedo me corre por la mejilla. En el fondo alcanzo a oír el sonido de un arma que dispara en la otra habitación. Luego oigo que mi hermano grita. Intento mirar por encima del hombro de Shep para ver qué es lo que sucede. Pero lo único que veo es el puño de Shep que cae nuevamente sobre mi rostro.

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