Capítulo 9

Darby hojeó las páginas y se detuvo al llegar a la que contenía la lista de objetos encontrados en los joyeros que había en el vestidor de Emma Hale. Ahí estaba: «Relicario antiguo de forma ovalada con cadena de platino, cajón central, joyero número 2».

Cogió el teléfono y llamó a Tim Bryson. Pareció sonar durante una eternidad. La investigadora sintió una oleada de alivio cuando al fin respondió.

– Una semana después del secuestro de Emma Hale, tú y tu equipo fuisteis a su casa y realizasteis un inventario de sus joyas.

– Así es -confirmó Bryson.

– Tengo la lista delante. Dice que encontrasteis un relicario antiguo ovalado con una cadena de platino en el cajón central del segundo joyero.

– ¿Adónde quieres ir a parar?

Bryson parecía molesto. ¿Aún estaba enfadado por la charla que habían tenido en el depósito?

– Cuando se encontró el cuerpo de Emma Hale, llevaba una cadena de platino con un relicario -señaló Darby-. Está incluida en la página del inventario.

– Esa chica tenía muchas joyas. Es posible que tuviera otro similar. Recuerdo haber visto un montón de collares que parecían iguales.

– Ese collar es único. Hale se lo regaló a su hija para Navidad hace unos años, cuando ella tenía dieciséis.

– Pero ¿por qué iba a volver el asesino al ático a buscar un collar después de haberla secuestrado? No tiene sentido.

– ¿Sacó fotografías tu equipo?

– Sacaron montones de fotos -contestó Bryson.

– No están incluidas en el informe que me diste.

– Están en comisaría.

– ¿Dónde?

– Las tienen los de Identificación. No les llegué a pedir ninguna copia puesto que todo aquello constituyó una monumental pérdida de tiempo.

Darby consultó la hora. Eran más de las siete. Identificación estaba cerrado. Coop se encontraba en el laboratorio, pero no podía entrar en la oficina de Identificación: era un departamento distinto.

– Llamaré a Hale para ver dónde ha guardado las cosas de Emma -decidió.

– Lleva enterrada… ¿qué? ¿Cinco meses? ¿Crees que ese hombre habrá conservado sus joyas?

– Sólo hay una manera de averiguarlo. -Darby encontró los números de teléfono de Hale en el informe-. Te llamaré si averiguo algo. Gracias por tu ayuda, Tim.

Darby colgó y marcó el número del domicilio particular de Jonathan Hale. Con un poco de suerte, el hombre le permitiría ver las pertenencias de su hija, todas las cuales le habían sido devueltas. Hale no tenía una buena opinión del Departamento de Policía de Boston y lo había criticado abiertamente en la prensa.

Una mujer con acento extranjero respondió al teléfono. El señor Hale no estaba en casa, le informó. No le dio más explicaciones.

Darby le explicó quién era y el motivo de su llamada, y luego le preguntó si podía darle algún otro número donde localizarlo. La mujer no disponía de ningún otro número, ella sólo era la asistenta, le dijo, pero se ofreció a transmitir el mensaje al señor Hale. Darby le dejó sus números de teléfono.

Luego se puso a darse golpecitos con el teléfono en la pierna, impaciente por hacer algo. Sabía que el asunto podía esperar, que no había ninguna prisa.

El domicilio de Emma Hale se encontraba en la zona de Back Bay, un rápido trayecto en metro, que a esas horas todavía funcionaba. Darby se preguntó si los objetos personales de la joven estarían guardados en el interior del edificio, tal vez incluso en su propia casa. Un edificio como ése seguramente disponía de los servicios de algún portero que trabajaba en la recepción.

Darby no quería esperar; no se le daba muy bien. Necesitaba saber. Metió el expediente del caso de Emma Hale en su mochila y se puso el abrigo.

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