Darby salió de la sala de reuniones y cogió de su despacho la foto impresa de Malcolm Fletcher, la que figuraba en la web del FBI.
– ¿Ha visto alguna vez a este hombre, señora Sanders?
– ¿Es el hombre que mató a Jenny? ¿Está diciéndome que lo han encontrado?
– No, no lo hemos encontrado. ¿Ha visto alguna vez a este hombre?
– No.
– ¿Le contó Jenny alguna vez que había conocido o visto a un hombre parecido?
– Si lo hizo, no me acuerdo. ¿Es que han encontrado su cuerpo?
– Encontramos esta fotografía mientras investigábamos otro caso -explicó Darby-. Lo siento, pero eso es lo único que puedo decirle.
– No lo entiendo. El hombre con el que hablé me dijo específicamente que usted tenía información sobre lo que le había pasado a Jenny. Dijo que usted me diría la verdad.
– Le estoy diciendo la verdad.
– Pues a mí me parece que no saben nada. ¿Por qué me ha hecho venir hasta aquí para nada?
– Señora Sanders, lo que me ha contado hoy es extremadamente útil. Estoy segura de que un detective irá a verla para hablar sobre su hija. ¿Va a estar en su casa más tarde?
– ¿Y qué otra cosa voy a hacer? ¿Cree que me voy a ir a bailar? -Tina Sanders se dispuso a coger su andador. Darby se levantó para ayudarla, pero la mujer la rechazó con un gesto-. Puedo hacerlo sola, gracias.
– ¿Alguien más aparte de usted ha tocado este trozo de papel?
– No.
– Antes de irse, me preguntaba si me permitiría tomarle las huellas dactilares.
– ¿Para qué?
– Necesito hacer una comparación -contestó Darby-. Quiero comprobar si alguien más ha tocado esta fotografía.
Sonó el móvil de Darby. Era Tim Bryson. Le explicó dónde estaba y lo que había pasado. Bryson le pidió que retuviese allí a la mujer.
– El detective Bryson viene hacia aquí -dijo Darby-. Le gustaría hablar con usted un momento.
– Si encuentran al hombre que mató a Jenny, quiero hablar con él. Quiero que ese hombre sepa que lo perdono.
– Que lo perdona -repitió Darby.
– Ya puede borrar esa expresión de su cara. No soy una vieja loca en pleno desvarío.
– Señora Sanders, yo no…
– No espero que lo entienda, pero voy a contárselo de todos modos. -Tina Sanders asió su andador-. Después de la muerte de Jenny, decidí volver a abrazar mi fe católica. Voy a Saint Stephen's casi todos los días. El padre Donnelly me dijo que tenía que dejar atrás el odio, y que el único modo de hacerlo era perdonando a ese hombre. Así puedo mantener a Jenny con vida, conservarla cerca de mí y recordar los buenos momentos. Eso es lo que me queda ahora, los buenos momentos. -Tina Sanders volvió a sentarse en una silla-. Me costó mucho tiempo llegar hasta aquí, muchas lágrimas y mucho sufrimiento, pero una vez que decidí perdonar a ese hombre, y quiero decir perdonarlo de verdad, de corazón, el buen Dios, Jesucristo, me alivió de todo el dolor. Ahora, todos los días vivo rodeada del amor de Jenny. Cuando muera, Jenny y yo volveremos a reunirnos en el cielo.
Darby se preguntó qué habría conseguido descubrir aquella mujer en el anverso de su dolor para que le inspirase esa clase de fe.