– ¿Estás rezando para que Dios te ayude a encontrar a Hannah? -le preguntó Malcolm Fletcher.
Darby metió la mano en el interior del bolsillo de su abrigo y abrió la solapa de su sobaquera mientras recorría la iglesia con la mirada. Los bancos estaban vacíos, las paredes con sus vidrieras con las escenas del vía crucis, cubiertas de sombras.
– Pensaba que no volvería a tener noticias suyas, agente especial Fletcher.
– Eso fue hace mucho tiempo.
– Jonathan Hale nos lo ha contado todo.
– Una mentira muy astuta -dijo Fletcher.
– Sé lo que está haciendo. Sé por qué está aquí.
– ¿No me vas a preguntar por el detective Bryson?
– ¿Admite que lo mató?
– Os hice un favor. ¿Quién sabe qué planes tramaba? Es posible que queráis echar un vistazo al armario que contiene las pruebas.
– ¿Por qué no me lo dijo directamente?
– Quería que Timmy transmitiera un mensaje, y decidí enviarlo por correo aéreo. -Fletcher se echó a reír, con una risa profunda y gutural que hizo que un escalofrío le recorriera a Darby todo el cuerpo-. ¿No te alegras de que haya muerto?
– No creo que mereciese sufrir.
– Otra mentira. Ésa es otra de las razones por las que has acudido a la iglesia, ¿no es así? Querías presentar tu sentimiento de culpa a los pies del altar y suplicar clemencia al Todopoderoso. Siempre se me olvida cuánto os gusta sufrir a los católicos. ¿Ha decidido el Altísimo poner fin a su insoportable reino de silencio y responder a tus plegarias?
– Sigo esperando.
– ¿No sabes que tu dios es todo un entendido en el silencio y las cenizas?
– Hemos encontrado los restos óseos.
– Estoy seguro de que será un alivio para Tina Sanders. Llevaba mucho tiempo rezando para que llegase este momento.
– Sigue negándose a hablar con nosotros.
– No me extraña.
– Hablemos de Sam Dingle.
– Me temo que voy a tener que cortar esta conversación. No confío del todo en el teléfono. Nunca se sabe quién podría estar escuchando. Ah, y una cosa más, Darby… Pese a todo lo que hayas leído u oído sobre mí, no tengo ninguna intención de hacerte daño, ni ahora ni en un futuro. Hannah está en muy buenas manos. Espero que la encuentres pronto. Adiós, Darby.
Clic.
Darby había salido de la iglesia, y estaba mirando las calles cuando su teléfono volvió a sonar. Era uno de los técnicos de vigilancia.
– No hemos podido localizar la llamada -le explicó el técnico-. Si vuelve a llamar, entretenlo y haz que siga hablando. En algún momento bajará la guardia y lo localizaremos.
– No estés tan seguro -dijo Darby.