Darby recibió la noticia por boca de Bill Jordan, el hombre que dirigía las labores de vigilancia. La estaba esperando en la entrada del hospital.
Jordan le explicó rápidamente lo ocurrido con el Jaguar y la última conversación de Tim Bryson con Mark Lang, un policía de Narcóticos de incógnito y conductor de la segunda furgoneta de vigilancia. Lang había seguido a Bryson a Boston. Bryson había entrado en el club con su compañero, Cliff Watts, que les había explicado los detalles de lo ocurrido en el interior del sótano privado del club, pero que no podía explicar por qué habían esposado a Bryson y se lo habían llevado, ni por qué éste había acabado en el techo de la segunda furgoneta de vigilancia. Jordan iba a llevar a sus hombres a la ciudad.
Darby permaneció a solas en la oscuridad, con las manos hundidas en los bolsillos y la mirada perdida en la espesura del bosque, mientras dejaba que la noticia le calara hondo. Tenía que enfrentarse a aquello. Ahora mismo.
Dejó a Coop a cargo de la escena del crimen y se dirigió en coche a Boston.
Con la mano firme sobre el volante y el motor del Mustang tronando mientras pisaba el acelerador por la autopista, marcó el número del teléfono de casa de la inspectora.
Chadzynski ya había recibido información actualizada en distintas ocasiones sobre los sucesos de Boston. En esos momentos, los detalles eran aún confusos. Darby informó a la inspectora acerca de lo que había descubierto en la capilla del hospital.
– Esas estatuillas de la Virgen María que ha encontrado dentro de la caja, ¿son las mismas que se encontraron en los cadáveres de Hale y Chen? -preguntó Chadzynski.
– Parecen las mismas. Me interesa más la estatua de la Virgen María que hay junto al altar. -Darby le habló de los trapos de limpieza que había encontrado en el suelo y de la esponja en el cubo de agua-. La estatua estaba impoluta. Ese hombre ha estado ahí hace poco. Cuando hayamos acabado con los restos óseos, quiero montar un dispositivo de vigilancia en la capilla, dejar un par de hombres dentro para estar preparados la próxima vez que vaya.
– ¿De veras cree que volverá?
– Siempre y cuando siga creyendo que es seguro.
– De acuerdo, buscaré a alguien para que prepare el dispositivo.
– No podemos implicar al Departamento de Policía de Danvers.
– ¿Es que no están implicados ya?
– No saben lo de los restos óseos. Y me gustaría que siguiese siendo así.
– Pero Darby, no podemos…
– Ya sé que técnicamente es su jurisdicción, pero cuanta más gente metamos en esto, mayor riesgo corremos de que haya filtraciones de información. Si la prensa se entera de que hemos encontrado restos humanos en esa capilla y decide publicarlo, el hombre que mató a Chen y a Hale no volverá. Y si es el mismo hombre que ha secuestrado a Hannah Givens, podría matarla y huir.
– ¿Y los hombres de Reed? ¿Cómo va a conseguir que mantengan la boca cerrada?
– No podemos. Bill Jordan y algunos de sus hombres ya trabajan con la gente de Reed, así que estamos tratando de contener la situación como podemos. El hecho de haber encontrado esa capilla podría ser la oportunidad que necesitábamos. No me gustaría nada perderla.
– Hablaré con Jordan. Llámeme cuando tenga más noticias de Bryson. Quiero estar informada en todo momento.
Darby aparcó en el primer hueco que encontró en la calle y cubrió el resto del camino a pie, corriendo tras la estela de luces rojas, azules y blancas que parpadeaban como balizas de emergencia por encima de los tejados de los edificios de Lansdowne Street.
El acceso a las calles estaba bloqueado por caballetes y coches patrulla. Era como si hubiesen llamado a todos los vehículos de emergencia de la ciudad. Los agentes de policía estaban por todas partes, desarrollando labores de control.
Darby se abrió paso entre los periodistas y mostró su identificación a uno de los agentes. Al cabo de un momento avanzó por entre policías, bomberos y miembros del servicio de emergencias médicas hasta llegar al cuerpo de Tim Bryson.