Capítulo 121

Domingo, 25 de enero de 2010

Era una buena mañana de domingo. La marea estaba alta y el bebé del barco de al lado no estaba llorando. A lo mejor se había muerto, pensó Yac. Había oído hablar del síndrome de muerte súbita del lactante. Quizás el bebé hubiera muerto de eso. O quizá no. Pero lo esperaba.

Encima de la mesa del salón tenía ejemplares del Argus de todos los días de la semana. Bosun, el gato, había pasado por encima. No le importaba. Habían llegado a un acuerdo. El animal ya no pasaba por encima de sus cadenas de váter. Pero si quería pasar por encima de sus periódicos, a él le daba igual.

Estaba contento con lo que había leído.

La mujer del Hombre del Zapato se había suicidado. Era comprensible. La detención de su marido había sido un gran trauma para ella. Garry Starling había sido un personaje importante en la ciudad, bien situado socialmente. La desgracia de su detención tenía que ser algo muy difícil de sobrellevar. Ella había ido diciendo a la gente que tenía tentaciones de suicidarse, y por fin se había colgado.

Perfectamente razonable.

Ajá.

Le gustaba que la marea estuviera alta y que el Tom Newbound flotara.

Así podría recoger sus hilos de pesca.

Tenía dos líneas tendidas, ambas con plomos en el extremo, de modo que se hundieran bien en el fango cuando la marea estaba baja. Por supuesto, las veces que la Policía había registrado el barco había pasado algo de miedo. Pero no tenía por qué. Habían levantado cada tablón del barco, desde la cubierta hasta la sentina. Habían buscado en todas las cavidades. Pero a nadie se le había ocurrido recoger los hilos de pesca, como hacía él en aquel momento.

Mejor.

Al final del segundo hilo había atada una bolsa impermeable. Dentro estaban los zapatos de Mandy Thorpe. Unos Jimmy Choos falsos. No le gustaban los zapatos falsos. Merecían estar enterrados en el fango.

Y ella merecía el castigo que le había infligido por ponérselos.

Pero tenía que admitir que había disfrutado castigándola. Le recordaba mucho a su madre. Gorda como su madre. El mismo olor. Había esperado mucho tiempo para hacerle aquello a su madre, para ver qué se sentía. Pero lo había postergado demasiado y, cuando había reunido el valor suficiente, le daba ya mucho asco. No obstante, con Mandy Thorpe había estado bien. Había sentido que era como si castigara a su madre. Había estado pero que muy bien.

No obstante, no tanto como al castigar a Denise Starling.

Le había gustado verla dar vueltas colgada de la cuerda, como una peonza.

Pero no le había gustado estar arrestado. No le había gustado que la Policía le quitara muchas de sus cosas del barco, que se lo toquetearan todo y que manosearan sus colecciones. Aquello había estado mal.

Por lo menos ahora lo había recuperado todo. Era como si hubiera recuperado su vida.

La mejor noticia de todas era que había recibido una llamada de los dueños del barco, que le habían dicho aún que se quedarían en Goa al menos dos años más. Aquello le alegró mucho.

De pronto el futuro se presentaba muy halagüeño. Muy tranquilo.

Y la marea estaba subiendo. No podía haber nada mejor.

Ajá.


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