En la sesión de planificación, previa a la reunión conjunta de las operaciones Camaleón y Mistral de las seis y media, Brendan Duigan había alertado a Roy Grace de un problema.
Así que justo después de su introducción, y de resumir brevemente los acontecimientos del día, Grace comunicó a los miembros clave de los dos equipos de investigación, apretujados en la sala de reuniones de Sussex House, que había surgido un problema de cronología que relacionaba a Brian Bishop con el asesinato de Sophie Harrington. Se volvió hacia la agente Corbin, uno de los miembros del equipo de Duigan, y le pidió que diera su informe.
Adrienne Corbin, que vestía unos vaqueros y una camiseta naranja, era de estatura bajita, cuerpo robusto y un poco marimacho. La inspectora de veintiocho años llevaba un corte de pelo de hombre, y su cara, redonda y aplastada, recordaba a Grace a un perro carlino. Parecía más agresiva y beligerante de lo que era en realidad, y resultó ser una oradora sorprendentemente nerviosa, observó el comisario mientras la joven se dirigía al numeroso grupo.
– He reconstruido los movimientos de Brian Bishop durante la tarde y noche del viernes 4 de agosto a partir de la información recopilada gracias a la agente de Relaciones Familiares Linda Buckley, un taxista de Hove Streamline, el señor Mark Tuckwell, las imágenes de la cámara de seguridad obtenidas del centro de control de la Policía de Brighton, además de fuentes civiles, las llamadas del móvil del señor Bishop y los registros de los repetidores de telefonía móvil proporcionados por British Telecom, donde se indican los movimientos geográficos del teléfono de Bishop.
Hizo una pausa, estaba roja y sudaba profusamente. Grace sintió lástima por ella. Ser buen investigador no significaba necesariamente tener confianza para hablar en público. Volvió una página de sus notas, como si comprobara algo, luego prosiguió:
– Será de interés para la operación Camaleón el informe sobre la ausencia de actividad del móvil de Bishop desde las 23.20 de la noche del jueves, 3 de agosto, hasta las 6.33 de la mañana del viernes, 4 de agosto.
– ¿Podemos extrapolar de esta información si el motivo es que Bishop no se movió durante ese período de tiempo o que, si lo hizo, no se llevó el móvil, o que estaba apagado? -preguntó Grace.
– Tengo entendido que si un teléfono está encendido o en uso, intercambia señales constantes con la estación base más cercana, básicamente habla con él, informando a la estación base de dónde se encuentra. Aquella noche varios repetidores situados en Londres recibieron una serie de señales del móvil de Bishop, lo que indica que estaba volviendo de Piccadilly a Notting Hill, aproximadamente desde las 23.00 a las 23.15. La última señal fue a las 23.20, desde una estación base en un repetidor de Bayswater, en el oeste de Londres, cerca de Notting Hill. Las siguientes señales se intercambiaron a las 6.36 de la mañana, desde la misma estación base, señor.
Aunque estos datos encajaban con la hora que Phil Taylor decía que Bishop se había marchado del restaurante Wolseley, no era una información útil, se percató Grace. Bishop pudo apagar el móvil, para que su viaje de ida a Brighton y vuelta a Londres en plena noche no quedara registrado en los repetidores; y podía argumentar tranquilamente que lo había apagado para dormir sin que nadie lo molestara. Pero fue lo que la agente Corbin dijo a continuación lo que hizo que Grace se irguiera de repente:
– Los movimientos del teléfono de Bishop durante el viernes, 4 de agosto, hasta las 18.45 de la tarde, coinciden con su historia y con lo que ya sabemos. Demuestran que fue directamente de Londres al club de golf North Brighton, y desde allí derecho a Sussex House. También registran su viaje de aquí al Hotel du Vin. Luego parece que apagó el móvil entre las 12.28 y las 14.17. Esto se corresponde con el período de tiempo en que la agente Buckley denunció su desaparición del Hotel du Vin.
Hizo una pausa, mirando a la sala en silencio. Todos la observaban, muy concentrados, mientras tomaban notas. Grace le sonrió para animarla. Ella continuó.
– Durante este mismo período de tiempo, Bishop fue grabado por tres cámaras de seguridad. Una en el cruce de Dukes Lane con Ship Street, justo en la calle de arriba del Hotel du Vin; otra enfrente de la iglesia Saint Peter en London Road; y otra en Kings Parade, delante del Brighton Pier. La razón que dio él de su ausencia fue que salió a tomar el aire.
– Me parece un poco raro que las dos veces que Bishop se esfuma como por arte de magia apague el móvil -dijo Norman Potting.
Grace asintió, pensativo, luego le indicó a Corbin que siguiera.
– Desde las 14.17 hasta las 18.47 del viernes, 4 de agosto, las señales del móvil permanecieron estáticas, lo que indica que Bishop estuvo en su habitación de hotel. Esto concuerda con el informe de la agente Linda Buckley, que afirma que Bishop regresó al hotel sobre las 14.20 y que estaba en su habitación todas las veces que lo comprobó, utilizando el teléfono del vestíbulo. La última vez que le llamó fue a las 18.45. Luego el registro del teléfono muestra que Bishop se movió dos kilómetros y medio al oeste, lo que cuadra con la información obtenida por la agente Pamela Buckley del taxista Mark Tuckwell, quien afirma haber llevado a Bishop al Lansdowne Place Hotel a esa hora. Tengo entendido que la empresa de taxis Hove Streamline ha confirmado este dato a partir de su registro. -Hizo una pausa y miró a la agente Buckley.
– Sí, es correcto -dijo ella.
Corbin pasó a la siguiente página.
– Bishop se registró en el Lansdowne Place a las 19.05, justo unas tres horas después de que un recepcionista del hotel recibiera una llamada de un hombre sin identificar para reservar una habitación para varias noches, a nombre de Bishop -leyó.
Grace repasó deprisa sus notas.
– Bishop afirma que recibió una llamada de un agente del Departamento de Investigación Criminal para informarlo de que iban a trasladarle a un hotel distinto y que habían encargado un taxi que lo recogería, en la entrada trasera. Todo esto era para que pudiera salir del hotel sin que lo viera la prensa, que estaba vigilando el lugar. Dijo que el agente era el sargento Canning, pero lo hemos comprobado y no existe ningún policía que se llame así en el cuerpo de Policía de Sussex.
– Y, Adrienne, ¿es correcto que no consta ninguna llamada realizada desde el móvil de Bishop al Lansdowne Place? -preguntó el inspector jefe Duigan.
– Correcto, señor -luego añadió-: El Hotel du Vin también ha confirmado que no se hizo ninguna llamada desde sus teléfonos internos al Lansdowne Place durante el tiempo en que Bishop estuvo allí.
– ¡Cuando salió! -dijo de repente Norman Potting, emocionado-. Cuando salió a pasear a la hora del almuerzo, pudo comprar uno de esos teléfonos de tarjeta y deshacerse luego de él. Pudo comprarlo específicamente para realizar esas llamadas, y otras que tal vez desconozcamos.
– Una idea que hay que tener en cuenta -reconoció Grace-. Muy bien, Norman.
– El Lansdowne Place Hotel está más cerca de la casa de Sophie Harrington que el Hotel du Vin -dijo Duigan-. Podría ser relevante.
– Me gustaría añadir una idea más -dijo Grace-. Es posible que Bishop tuviera un cómplice que lo ayudara con la coartada para la noche del asesinato de la señora Bishop. El mismo cómplice pudo ser el responsable del cambio de hotel.
El inspector jefe Duigan dijo:
– Roy, vemos el aliciente que supondría para un cómplice participar en el asesinato de la señora Bishop con un seguro de vida tan sustancioso. Pero ¿tenemos razones para creer que Bishop pudo tener uno en el asesinato de Sophie Harrington?
– No. Pero es pronto.
Duigan asintió y anotó algo.
Adrienne Corbin continuó con su informe cronológico.
– Personal del hotel le vio salir aproximadamente a las 19.30. El registro del repetidor de su móvil muestra que se dirigió hacia el oeste. Lo confirma una imagen de él en una cámara de seguridad en el cruce de West Street con Kings Parade a las 19.55.
Grace la miró sorprendido, pensando por un momento que la había oído mal.
– ¿Bishop se alejó del Lansdowne Place Hotel y fue en dirección al Hotel du Vin? ¿Una dirección totalmente distinta a la que habría tenido que tomar para ir a casa de Sophie Harrington? -la interrogó el comisario.
– Sí, señor -contestó ella.
Entonces Duigan se levantó y encendió el vídeo.
– Creo que todo el mundo tendría que ver las imágenes -dijo.
La primera mostraba una imagen en color de Brian Bishop en Kings Parade, con varias personas detrás de él y un autobús que pasaba. Era su cara, no cabía la menor duda. Llevaba la ropa que Grace recordaba del interrogatorio al que le habían sometido más tarde aquella noche -una cazadora negra sobre una camisa blanca y pantalones azules-. Y el vendaje en la mano derecha.
– ¿A qué hora cree tu testigo haber visto a Bishop delante de la casa de Sophie Harrington? -preguntó Grace.
– Casi a las ocho en punto -contestó Duigan-. Lo sabía porque justo comenzaba un programa que quería ver en la tele.
– ¿Y ahora le ha identificado formalmente?
– Sí, ha venido esta tarde y se ha sometido al procedimiento de identificación. Está absolutamente segura de que era él.
– ¿Qué ropa dice que llevaba Bishop? -preguntó Grace.
– Un chándal oscuro, ropa deportiva de algún tipo.
Grace miró la imagen de Bishop en la pantalla.
– ¿Qué creéis? ¿Esa chaqueta negra y esos pantalones azul oscuro podrían confundirse con un chándal?
– Eran las ocho de la tarde cuando vio a Bishop -dijo Alfonso Zafferone-. La gente mayor no ve muy bien los colores oscuros, con poca luz. Yo creo que esa chaqueta negra podría confundirse fácilmente con una sudadera, a esa hora del día.
– O -dijo Guy Batchelor- Bishop pudo ponerse un chándal encima de la ropa, para protegerla.
– Bien los dos -dijo Grace. Luego volvió a centrarse en la cronología-. En taxi pudo llegar de Kings Parade a la casa de la señorita Harrington al cabo de diez minutos.
Duigan pulsó el mando y apareció una segunda imagen de Bishop. Ahora se encontraba en el paseo marítimo, con parte de los Arches claramente visibles detrás, varios kayaks sobre caballetes delante de un local.
Corbin siguió leyendo y dijo:
– Bishop fue visto delante de los Arches a las 20.14 por una cámara de seguridad. El registro del repetidor de telefonía móvil indica que permaneció estático en esta zona durante los siguientes cuarenta y cinco minutos y que luego regresó, en dirección oeste, a su hotel. Dos miembros del personal de un bar del paseo marítimo, el Pebbles, han confirmado que estuvo allí desde las 20.20 hasta las 20.50 aproximadamente. Dicen que tomó una cerveza y un expreso y que parecía muy trastornado. En varias ocasiones se levantó y dio unas vueltas, luego volvió a sentarse. Les preocupaba que fuera a marcharse sin pagar.
Bella Moy intervino cuando la agente hizo una pausa.
– Roy, es como si intentara deliberadamente que se fijaran en él -dijo.
– Sí -asintió Grace-. Podría ser. Pero también es la típica conducta de alguien que se encuentra en un estado de gran agitación.
Duigan volvió a pulsar el mando. Ahora había oscurecido un poco más. La imagen era una vista por detrás de un hombre que se parecía mucho a Bishop, en el mismo lugar que en la grabación anterior, pasando por los Arches.
– A las 20.54 -siguió leyendo la agente Corbin-, Bishop fue grabado de nuevo por la misma cámara de seguridad que a las 20.14, esta vez caminando en dirección opuesta. Por el registro del repetidor sabemos que volvió a dirigirse hacia el oeste, hacia el Lansdowne Place Hotel. Un recepcionista del hotel recuerda que Bishop regresó aproximadamente a las 21.25, cuando le dio el mensaje que el comisario Grace le había dejado. -Miró a Grace-. Te llamó a las 21.30.
– Sí.
– Luego fue en coche a Sussex House, donde el comisario Grace y el sargento Branson le interrogaron. El interrogatorio comenzó a las 22.22. Según el registro del repetidor, Bishop no salió del hotel hasta las 21.49.
– Tendría que haber pasado casi por delante de la casa de Sophie Harrington de camino hacia aquí -dijo Glenn Branson.
– El trayecto del hotel hasta aquí le habría llevado como mínimo quince minutos. Yo vivo sólo a unas diez de calles del Lansdowne Place -contestó Grace-. Hago ese recorrido todos los días, a todas las horas del día y de la noche. Siempre tardo de quince a veinte minutos. Así que habría tenido dieciocho minutos para matar a Sophie Harrington. Imposible, con todo lo que le hicieron, todos esos agujeros taladrados en su espalda. No pudo hacer eso y limpiarse en tan poco tiempo.
– Estoy de acuerdo -dijo Duigan.
– Lo que significa que tenemos un problema -dijo Grace-. O bien Bishop no mató a Sophie Harrington, o bien tuvo un cómplice. O…
Se quedó callado.