Capítulo 74

La rueda de prensa del sábado ya había sido tensa, pero la de hoy fue todavía peor. Unas cincuenta personas abarrotaban la sala y en el pasillo se apretujaban muchas más que el sábado. Lleno total, pensó Grace con gravedad. Lo único bueno era que esta mañana contaba con un apoyo sólido.

Flanqueándole a cada lado, de manera que formaban una línea de tres delante del tablón cóncavo con la dirección de la página web de la Policía de Sussex y la leyenda de Crimestoppers, estaban la subdirectora Alison Vosper, que se había cambiado de ropa después de que Grace se marchara de su despacho y vestía un uniforme impecable, recién planchado, y el capitán de división de la Policía de Brighton, el comisario jefe Ken Brickhill, un policía franco y sincero de la vieja escuela, con un uniforme igualmente inmaculado. Brickhill era un tipo duro que no tenía tiempo para ser políticamente correcto y que colgaría sin remordimientos a la mayoría de los delincuentes de Brighton y Hove, si le dejaran. No era sorprendente que fuera respetado por casi todo el mundo que había servido a sus órdenes.

Algunas de las ventanas estaban abiertas, pero, aun así, con el sol entrando a través de las persianas, el calor era sofocante. Alguien hizo una comparación sarcástica con el Agujero Negro de Calcuta, mientras el jefe de prensa de la Policía de Sussex, Dennis Ponds, que iba vestido con exuberancia pero un poco anticuado, se abría paso alrededor de la mesa para unirse al trío, murmurando una excusa por llegar tarde.

Ponds comenzó acercándose demasiado al micrófono, de manera que sus primeras palabras casi se perdieron en un chirrido.

– Buenos días -dijo, empezando de nuevo. Esta vez, su voz empalagosa y obsequiosa sonó más clara-. El comisario Grace comenzará esta rueda de prensa repasando las investigaciones sobre las muertes de la señora Katherine Bishop y la señorita Sophie Harrington. Luego, la subdirectora Vosper y el comisario jefe Brickhill, capitán de división de la Policía de Brighton, hablarán sobre cuestiones relativas a la comunidad y la ciudadanía en general.

Cedió la palabra a Grace con un gesto teatral y se retiró.

Durante unos momentos, los flashes iluminaron a Roy Grace mientras esbozaba los detalles de la investigación hasta la fecha. No lo contó todo, por supuesto, sino que se ciñó a los hechos sobre horas y acontecimientos, confirmando mucha de la información que ya conocía la prensa. En relación con las dos investigaciones, solicitó la ayuda de algunos posibles testigos, en particular de cualquiera que conociera a alguna de las dos mujeres y la hubiera visto en los últimos días. También afirmó que tenía mucho interés en hablar con cualquier persona que hubiera visto algo sospechoso cerca de las escenas del crimen.

Tras concluir todo lo que quería decir sobre los asesinatos, Grace dio paso al turno de preguntas.

Una voz de mujer, alguien al fondo a quien no podía ver, gritó:

– Tenemos entendido que un asesino en serie anda suelto. ¿Puede asegurarnos que los ciudadanos de Brighton y Hove no corren ningún peligro, comisario?

Como de costumbre, Grace tenía el problema de no saber qué hacer con las manos, muy consciente de que su lenguaje corporal era tan importante como lo que dijera. Resistiendo la tentación de juntarlas delante de él, las dejó caer con firmeza a los lados y se acercó al micrófono.

– En este momento, no hay nada que nos indique que se trata de un asesino en serie. Pero la gente debería tener cuidado y estar más alerta de lo normal.

– ¿Cómo puede decir que no se trata de un asesino en serie cuando en un espacio de veinticuatro horas han sido asesinadas dos mujeres? -preguntó un viejo corresponsal, de voz chillona y que trabajaba para varios periódicos provinciales-. Comisario Grace, ¿puede asegurar a las jóvenes de Brighton que no corren peligro?

A Grace le cayó una gota de sudor en el ojo derecho. Notó el escozor.

– Creo que es mejor que mis compañeros, que están aquí para hablar de asuntos relativos a la comunidad, contesten a esa pregunta. -Y miró primero a Alison Vosper y luego a Ken Brickhill.

Ellos asintieron y el comisario jefe dijo entonces, con su voz seria:

– En una ciudad moderna es imposible garantizarlo al cien por cien. Pero la Policía y los dirigentes de la comunidad local están haciendo todo lo que está en sus manos, con recursos adicionales, para atrapar al asesino, o asesinos.

– Entonces, ¿el responsable de los dos asesinatos podría ser una sola persona?

Con evasivas, Brickhill respondió:

– Si alguien está preocupado, que se ponga en contacto con la policía. Vamos a aumentar las patrullas en las calles. Cualquier persona que vea algo sospechoso debe informarnos inmediatamente. No queremos que cunda el pánico entre la ciudadanía. Se han asignado muchos recursos a la investigación y estamos haciendo todo lo posible para garantizar la seguridad de los habitantes de Brighton y Hove.

Entonces Kevin Spinella, que estaba a poca distancia, en primera fila del grupo, dijo:

– Comisario, ¿no va a admitir que un asesino en serie loco anda suelto por Brighton?

Grace contestó con calma repitiendo el enfoque general de las dos escenas del crimen. Luego añadió:

– Todavía nos encontramos en las primeras fases de la investigación, pero parece que hay ciertas similitudes entre los dos casos, sí.

– ¿Tienen un sospechoso principal, comisario? -preguntó un joven reportero del Mid-Sussex Times.

– Estamos siguiendo varias líneas de investigación y todos los días obtenemos más datos. Nos gustaría agradecer a la ciudadanía toda la información que nos ha proporcionado hasta la fecha. En estos momentos, nuestros equipos están estudiando el contenido del gran volumen de llamadas que hemos recibido y estamos a la espera de que los laboratorios nos envíen los resultados forenses. Tenemos inspectores trabajando las veinticuatro horas del día para identificar al culpable y llevarlo ante la justicia.

– Entonces, lo que están diciendo -intervino Kevin Spinella, con una voz fuerte e importante- es que los ciudadanos de Brighton y Hove deberían encerrarse en sus casas y no salir hasta que atrapen al asesino.

– No -replicó Grace-, eso no es lo que estamos diciendo. La policía no tiene ni idea de quién es el asesino ni dónde está y todas las mujeres corren peligro. Pero eso no significa que deba cundir el pánico. -Se volvió hacia su jefa-. Voy a dejar que la subdirectora Vosper responda a estas cuestiones más detalladamente.

Si las miradas mataran, la sonrisa de Vosper habría cortado en pedacitos a Grace y luego lo habría destripado.

Una mujer de complexión fuerte que estaba cerca del fondo gritó:

– Subdirectora, ¿permitirá esta vez que el comisario Grace consulte con un médium?

Se oyeron unas risitas ahogadas. La mujer había tocado un punto sensible. Con cara de póquer, Grace sonrió para sus adentros, observando la incomodidad repentina de Alison Vosper y disfrutándola al máximo. Unos meses atrás, en un caso anterior, había sido ridiculizado cuando en un juicio se desveló que había llevado un zapato, una prueba clave en un proceso de asesinato, a un médium. La prensa se lo había comido vivo. Y Vosper también.

– No es una práctica normal que la policía siga este tipo de líneas de investigación -contestó la subdirectora con brusquedad-. Una vez dicho esto, nosotros escuchamos a cualquier persona que pueda proporcionarnos información y luego evaluamos cómo puede contribuir al progreso de las investigaciones.

– Entonces, ¿no lo descarta? -insistió la reportera.

– Creo que ya le he respondido. -Luego paseó la mirada por la sala-. ¿Alguna pregunta más?

Al término de la rueda de prensa, cuando Grace se marchaba, Alison Vosper lo cogió por banda y entraron en un despacho vacío.

– Todos los ojos de la ciudad están puestos en nosotros, Roy. Si tienes pensado ir a ver a uno de esos parapsicólogos tuyos, por favor háblalo conmigo antes.

– No había pensado hacerlo, por ahora.

– ¡Bien! -dijo ella, con el entusiasmo de alguien que felicita a un cachorro por orinar en el sitio adecuado.

Por un momento, Grace pensó que iba a darle una palmadita en la cabeza y una galleta.

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