Esta mañana he recibido una carta de un tipo llamado Lawrence Abramson de un bufete de abogados de Londres llamado Harbottle y Lewis. Es una carta muy desagradable.
Hace poco escribí al hombre que es idéntico a mí, el que montó esa empresa, sugiriéndole que, como la idea había sido mía -y dispongo de toda la documentación de mi agente de patentes, el señor Christopher Pett de Frank B. Dehn e Hijo, para demostrarlo-, debía pagarme unos royalties sobre sus beneficios.
El señor Abramson me amenaza con solicitar una orden judicial contra mí si vuelvo a ponerme en contacto con su cliente.
Estoy muy enfadado.