Capítulo 65

Miércoles, 13 de abril de 2005

3:30 a.m.

Stacy se incorporó súbitamente en la cama. La había despertado la verdad.

– Dios mío -dijo, llevándose una mano a la boca-. Ha mentido.

– Vuelve a dormir -farfulló Spencer.

– No lo entiendes -lo zarandeó-. Ha mentido en todo.

Él entreabrió los ojos.

– ¿Quién?

– Alicia.

Él frunció el ceño.

– ¿De qué estás hablando?

En la cabeza de Stacy bullía el recuerdo del día en que llevó el correo de Leo a su despacho. Valerie le pidió que lo hiciera; ella dejó las cartas sobre su ordenador portátil. Concentró su atención en el correo, en la invitación de la Galería 124.

No en el ordenador.

Ahora, sin embargo, lo veía con toda claridad con el ojo de la mente. La carcasa de cromo, el logotipo de la manzana nítidamente en el centro.

– Alicia me dijo que al encontrar el ordenador de Cassie se dio cuenta de que había algo raro porque nadie en su familia usaba un Apple. Pero Leo tenía un Apple. Estaba encima de su mesa.

– ¿Estás segura de eso?

– Sí, segurísima.

– Sería muy fácil comprobarlo.

Stacy luchó por asumir lo que estaba pensando. ¿Podría haber sido Alicia desde el principio?

– Los libros de leyes -dijo-. El DSM-IV. Estaba estudiando para cubrirse las espaldas. Sólo por si acaso.

Spencer se sentó.

– Te das cuenta de lo que estás insinuando, ¿verdad? Que la chica formaba parte del plan.

– No estoy insinuando eso en absoluto. Creo que el plan era suyo y sólo suyo.

Stacy notó que había captado por completo su atención. Toda traza de sueño había desaparecido del rostro de Spencer.

– ¿Estás diciendo que Alicia planeó cada movimiento, ella sola?

– Sí.

– Y consiguió enredar a Troy.

– Sí.

Stacy sacudió la cabeza. Aquello le dolía. No quería que fuera cierto. No quería que Alicia fuera esa persona.

Spencer se quedó callado un momento.

– ¿De veras crees que una adolescente de dieciséis años ha podido montar todo ese tinglado?

– Alicia no es una adolescente cualquiera. Es un genio. Una jugadora experimentada. Una estratega brillante.

Soy más listo que ellos dos juntos. ¿Te ha dicho eso él?

– Siempre se esforzaba en decirme lo lista que era. Estaba muy orgullosa de su coeficiente intelectual. Muy pagada de sí misma, en realidad.

Él se pasó la mano por la mandíbula.

– Pero ¿por qué iba a hacerlo, Stacy? ¿Por dinero? Estamos hablando de sus padres, por el amor de Dios.

– El dinero era secundario. Quería ser libre. Sentía que se lo merecía. Ellos intentaban retenerla. La protegían demasiado. Ella misma lo decía. No querían que fuera a la universidad, insistían en que recibiera clases particulares.

– Tú las oíste pelearse, viste que Kay intentaba matarla.

Stacy sacudió la cabeza.

– No, yo las vi forcejear. Oí que Alicia la acusaba a gritos de ser una asesina.

– Lo cual confirmó lo que ya creías.

– Sí -Stacy se pasó una mano por el pelo enredado-. Lo más probable es que Kay estuviera intentando averiguar qué demonios estaba pasando. Intentando calmar a Alicia, hacerla entrar en razón. ¿Por qué no me he dado cuenta hasta ahora?

– Si es que es cierto.

Stacy lo miró a los ojos con determinación.

– Lo es.

– Vas a necesitar pruebas. Algo más que pillarla en una mentira basada en un recuerdo que te asaltó mientras dormías.

Ella se echó a reír, pero su risa sonó crispada. Furiosa.

– No voy a permitir que se salga con la suya.

– ¿Y qué vas a hacer, heroína?

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