Superwoman

Maya cree que sólo me siento atraída por hombres emocionalmente inalcanzables.

– Adictos al trabajo, mentirosos, niños de mamá. Ninguno de ellos está dispuesto a comprometerse -me dijo, cuando mi última relación terminó en los pasillos del supermercado entre las calles Bleecker y La Guardia.

Mientras yo observaba a Michael debatir sobre los beneficios de los plátanos verdes (ahora me apetece un plátano, pero ¿me apetecerá otro mañana? Si los compras maduros, se estropean), me di cuenta de que nuestra relación no iba a ninguna parte. De modo que lo deje con el plátano en la mano. Michael ni se percató, estaba muy ocupado asegurándole a los plátanos que no eran ellos, era él.

– Tienes superpoderes -continúa Maya-. Tú encuentras hombres emocionalmente inalcanzables a doscientos metros y a través de un muro de cemento. Si hay una habitación llena de hombres maduros, sensatos, dispuestos a entregarte su corazón, tú te liarás con el único que acaba de dejar a su novia de cinco años.

Eso es cierto. Conocí a Michael en una de esas citas a ciegas a las que Maya me llevaba gritando y pataleando una semana antes del día de San Valentín. Pero no tengo superpoderes, es simple mala pata.

– Tiene que haber alguna forma de contrarrestar tus superpoderes -ríe mi amiga-. Por ejemplo, podemos alquilarte por horas a mujeres que quieren saber si deben comprometerse con sus novios o no. O hacer reuniones de grupo, como las de Tupperware. Tú irás uno a uno para ver quién te atrae. Así sabremos que ese no vale.

– Qué graciosa eres.

Muy graciosa, desde luego, si no estuviéramos hablando de algo real, de algo que me causa mucho dolor.

Maya sigue con la bromita. Incluso se le ocurre vender camisetas con mi número de teléfono, pero yo no le hago caso porque una procesión de ex novios está pasando por mi cabeza.

Michael, que era incapaz de comprometerse con un plátano. Scott, que se negaba a usar la palabra «novio». Ethan, que me llamaba Jennifer en lugar de Vig porque le recordaba a otra novia. Dwight, Thaddeus, Kevin, Rob… todos iguales.

Pero sigo pensando en las palabras de Maya. Sigo pensando en ellas porque me acuerdo del pelo castaño claro y los ojos verdes de Alex Keller. Y su acogedora sonrisa.

Me siento inmediatamente atraída y se que eso no puede ser bueno.

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