Fase tres

Alex Keller me llama el miércoles por la mañana para decir que ya ha hecho su parte.

– Delia le ha enviado a Jackie la lista de eventos de noviembre -anuncia.

Su alegría es más de la que se puede esperar en alguien que ha sido chantajeado para participar en un complot.

– Nada de chantaje -dice en voz baja cuando se lo recuerdo-. Tú te hundiste a la primera señal de ataque. Creo que deberías seguir con el periodismo, Vig. Lo tuyo no son las tácticas de guerra.

– Esto no es una guerra.

Keller suelta una risita.

– ¿No crees que enviar esa lista a Jane es el primer acto de agresión?

– No -contesto yo. Porque no lo es. Dejar caer la notita sobre Dorando la imagen en el escritorio de Jane fue el primer acto de agresión.

– Bueno, la verdad es que me alegro. Tenía mis dudas, pero desaparecieron en cuanto vi la reacción de Delia. Es posible que ser mi sombra la moleste más de lo que yo había creído.

– No te lo tomes como algo personal. Sospecho que no le gusta ser la sombra de nadie.

– Esa es nuestra Delia, una chica muy ambiciosa. Y hace el trabajo mucho mejor que yo, hay que reconocerlo.

– Pues menos mal que eres arquitecto.

– Bueno, tengo que irme. Llego tarde a clase porque he tenido que darle un paseo a Flecha.

– ¿Kelly no ha aparecido?

– No. Me han dado el teléfono de otro chico que podría pasear a mi perro, pero no sé…

– ¿Por qué?

– Se llama Matanzas de apellido. Yo creo que sus padres estaban intentando avisarme de algo.

– Debe de ser un mote.

– Entonces peor. Parece anunciar sus intenciones, ¿no crees?

Para ser un ogro que gruñe en cuanto te acercas, Alex Keller está muy simpático.

– ¿No tenías que irte?

– Tengo que irme. Pero quería saber qué haces mañana por la noche.

– ¿Por qué?

«Emocionalmente inalcanzable, emocionalmente inalcanzable», me digo. ¡Pero me está preguntando qué hago mañana por la noche!

– Tengo un plan.

– ¿Un plan?

– Sí. No es tan enrevesado como el tuyo y el resultado no será la destrucción total de otro ser humano, pero también podría ser divertido. ¿Qué te parece?

– Este no es mi plan -repito yo por enésima vez-. No se me ocurrió a mí.

– ¿Eh?

Me siento tentada de explicárselo todo. Me siento tentada de decirle que Allison Harper es la mente diabólica detrás de todo esto y que yo sólo salgo con hombres que no me gustan para evitar problemas. Pero no se lo digo. Y acepto encontrarme con él en el Isabella a las siete y media.

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