Fashionista es una revista sobre nada. Es abrumadoramente moderna y agresivamente innovadora y cada página es una obra de arte fotográfico, pero los consejos que da… en fin, son para tontos. A pesar de lo que decimos, no se pueden copiar las cejas de Gwyneth Paltrow ni la altura de Nicole Kidman. O lo tienes o no lo tienes.
Pero copiar las cosas de los ricos y famosos es precisamente la razón de ser de Fashionista. La revista se dedica a hablar sobre los famosos, sobre todo de aquellos aspectos que no son básicos para la supervivencia: comida (carísima), ropa (más cara), cosméticos (los mejores), casa (de cine).
La fama es el planeta en el que orbitamos: «éste es el vestido de Jennifer Anniston y en tal sitio puedes comprarlo».
No es un concepto nuevo. Desde que Mary Pickford apareció sobre la alfombra roja moviendo sus pestañas de Max Factor, la prensa ha publicado millones de imágenes glamourosas. Pero esta es la revista para la que yo trabajo y me pone de los nervios. Me pone de los nervios porque no contamos nada nuevo en absoluto.
Fashionista es un santuario de la celebridad y los publicistas colocan a sus ídolos en el centro del altar para que los vea todo el mundo.
En los cinco años que llevo trabajando aquí nunca hemos publicado un artículo que no contenga el nombre de un famoso. Lo más cercano fue algo que yo escribí hace tres meses sobre la preservación y presentación de los dientes (los nuevos aparatos, las nuevas técnicas de blanqueado, la novísima rebaja de encías a partir de los cincuenta años, que es lo más).
En realidad era un artículo dedicado a la salud, del tipo que puedes encontrar en cualquier otra revista femenina, la clase de artículo que da nombres de clínicas odontológicas. Pero esta -objetivamente- necesaria información incluía una foto de las cinco mejores dentaduras de Hollywood. El comentario práctico sobre la piorrea, cómo detectarla, cómo prevenirla, fue cortado de raíz. En Fashionista no hablamos de enfermedades a menos que las padezca algún famoso.
Me paso la mayor parte del tiempo al teléfono, buscando tendencias e investigando la vida de nuestras celebridades. Es agotador intentar enterarse de dónde ha ido fulano o qué va a ponerse mengano y me paso el día esperando la llamada de cualquier director de balneario para que me confirme si hay alguna actriz famosa dándose masajes de barro.
Una tendencia necesita tres ejemplos para ser confirmada; dos podrían ser una coincidencia y, frecuentemente, tengo que buscar y rebuscar para encontrar los tres. Por eso a menudo verás la fotografía de una actriz desconocida llevando algo parecido a lo que Julia Roberts se ha puesto unos días atrás.
A pesar de los millones de lectoras que compran Fashionista y los récords de ventas, es una revista sobre nada. A pesar de lo que digan nuestros informes de prensa, no somos el epicentro de lo fashion. Este vacío que ves no es la calma ni antes ni después de la proverbial tormenta.