Jane es un éxito. Es una superestrella mediática, el nombre que está en boca de todo el mundo. Su imagen es reproducida en todos los medios de comunicación y cuando enciendes la tele a las ocho de la mañana, la cara de Jane aparece en Buenos días, América, en El programa de hoy y en Esta mañana, de la CBS.
De repente, en doce horas, se ha convertido en un adalid de los derechos humanos y de la libertad de expresión. Cambiando compulsivamente de canal, la veo contar cómo se ganó a los manifestantes, cómo consiguió abrir sus mentes y despertar sus conciencias. No hay nada que apoye tales declaraciones, pero ella las hace de todas formas. Es como Napoleón informando de sus éxitos en Alejandría.
Cambio de canal para no verle la cara, pero es imposible. Está en todas partes: en la CNN, en la NBC, en PBS, en la Fox… Aunque en cada canal lleva un vestido diferente (seda negra para Fox, traje azul marino para la CNN), dice lo mismo en todos y habla incesantemente sobre moderar el debate sobre el arte. Sus respuestas son articuladas y cuando se embarca en una interpretación semiótica (Fashionista y Dorando la imagen exploran las posibilidades del papel de los sexos en el mundo actual. ¿Qué es un vestido? ¿Qué significa llevar un vestido?), yo me vuelvo suspicaz y la examino atentamente. Aunque no puedo ver las cuerdas, sé que hay alguien tirando de ellas. Aún no lo sé, pero Fashionista se está vendiendo como nunca. A las ocho y media no puedes encontrar un ejemplar en todo Nueva York.
Los anunciantes llaman para insertar más anuncios en el próximo número de la revista. Incluso después del numerito de Jane en televisión siguen teniendo sus dudas, pero sus departamentos de marketing aún no han recibido llamadas de furiosas asociaciones religiosas y apoyar la causa de la libertad de expresión no puede hacerle daño a sus productos.
El presidente de la editorial está encantado con la cobertura mediática. Es la primera vez que una revista del grupo recibe tanta atención a nivel nacional e internacional. Para agradecérselo, ha invitado a Jane a cenar esta noche (siempre que no tenga que ir al programa de David Letterman) y el fin de semana que viene lo pasarán juntos en su chalé de Vermont. Añadirá un buen cheque a su paga extra de Navidad e insistirá en que llame al mejor interiorista de Nueva York para redecorar su despacho como corresponde.
El puesto de Jane en Fashionista está más que seguro. Se ha convertido en una diosa de los medios y, aunque sólo durará unos días, la resaca no acabará nunca.
Jane Carolyn-Ann Whiting McNeill es ahora una estrella. Fashionista es el escenario donde ha triunfado y no dejará la revista hasta que los ingleses dejen Gibraltar.