Ciento quince

Delante del Alaska. Olly abraza a Niki.

– ¡Joder! ¡Lo conseguí, lo conseguí! ¡Sé que lo he conseguido! ¡He aprobado la Selectividad!

– Pero si las notas no salen hasta dentro de un mes.

– ¡Sí, pero yo estoy convencida y así os traigo suerte a vosotras también!

– ¡Tú estás loca, así sólo nos traerás mal fario!

– Chicas, dentro de poco nos vamos… -Erica se acerca a ellas con un mapa. Lo abre-. Vamos a verlo. Saldremos de Roma temprano, en tren.

– ¿A qué hora?

– A las seis.

– Pero si había uno que salía más tarde…

– Qué más da, en el tren puedes dormir lo que quieras.

– Y luego tienes todas las vacaciones para recuperarte.

– Bueno, a mí me gustaría hacer otra cosa en vacaciones.

– ¡Olly, ya basta!

– Echemos un vistazo. Desde Patrás, cogemos un autobús de línea y seguimos toda la costa hasta Atenas. Hay un montón de lugares preciosos. En Rodas está la playa de Lindos, dicen que es maravillosa, llena de rincones hermosos, hay un tal Sócrates que es la hostia… Después Mikonos, playas y vida nocturna. Santorini, con su volcán, tras el que se ven los atardeceres más bellos del mundo. Íos, conocida como la isla del amor pero también por la noche desenfrenada de Chora, alias «el pueblo». Y no me gustaría perderme por nada del mundo. Amorgós, donde Luc Besson rodó la película El gran azul.

Diletta mira soñadora su teléfono. Niki se da cuenta.

– ¿Qué haces?

– Filippo me ha mandado un mensaje. Qué romántico.

– ¿Y qué te dice? Déjame ver. -Olly intenta quitarle el móvil de las manos, pero Diletta es más rápida y se vuelve hacia el otro lado.

Pero Olly la coge del brazo e insiste.

– ¡Suéltalo!

Niki interviene.

– ¡Ya vale, déjala! Diletta, lo hemos comprendido… pero al menos déjanos saber qué clase de tipo es, ¿no? Perdona, pero nosotras llevamos toda una vida preocupándonos por ti y ahora, cuando viene lo mejor, tú vas y nos dejas fuera.

Diletta coge el teléfono y lee con voz soñadora.

– Me gustaría ser yo todas tus Olas y partir contigo.

– ¡Qué imbécil!

– ¡Qué pelota!

– Sí. ¡Las Olas somos nosotras y nadie más!

Justo en ese momento, se oye una voz desde atrás.

– ¡Pues claro! Las Olas son perfectas, únicas… y, sobre todo, fieles.

Al borde de la carretera, apoyado en un poste medio torcido, está Fabio acompañado de uno de sus habituales amigos colgados. Tejanos rotos, cazadora Industrie ecologiche rota, zapatillas de tela rotas, incluso la camiseta está rota.

Erica lo ve.

– Ahí está, ya llegó.

Diletta:

– Sí, él ha hablado, Fabio Fobia, el de las grandes verdades. El gurú.

– ¿Lo habéis oído? Están pasando mi disco por la radio…

Niki interviene.

– Faltaría más… Te has hecho un disco tú sólito. Le has hecho gastar un montón de dinero a tu padre y has obligado a un pringao de Radio Azurra 24 amigo tuyo a ponértelo de vez en cuando.

– Mi amigo no es un pringao.

– Quizá no, pero todo lo demás es cierto.

– ¿Y qué? ¿Qué tiene de malo?

Niki resopla.

– Nada. Dejémoslo. ¿Se puede saber qué has venido a hacer? ¿No tuviste bastante con lo del otro día con mi amigo? No hiciste más que demostrar lo que siempre te he dicho.

– ¿El qué?

– Que yo tenía razón, que puedes escribir todas las canciones que quieras, pero hay cosas que deberías saber decir con el corazón. Llegar a las manos para reconquistar a una chica… menudo poeta… -Niki se le acerca con cara de mala hostia-. Te lo jugaste todo con aquella gilipollez. Tú jamás volverás a tenerme, ni siquiera como amiga.

Fabio se aparta.

– Y a mí qué. No te digo. Yo puedo tenerlo todo de la vida. Yo no soy como el viejo ese… Le has caído del cielo y no te suelta porque tiene miedo. Los años pasan. Sabe que no le quedan tantas oportunidades.

Niki mira a sus amigas. Ellas la miran a su vez. Permanecen todas en silencio. Tan sólo Olly parece nerviosa. Fabio continúa.

– Piensa que yo hasta me he tirado una Ola.

Niki lo mira boquiabierta.

– Sí, puede que te parezca raro, pero he «surfeado» con una de tus amigas fieles.

Niki las mira a todas. Diletta. Erica. Olly. Se detiene un poco más sobre esta última. Olly baja un poco la mirada, parece abochornada. Fabio se da cuenta.

– Muy bien, Niki, lo has adivinado. ¿Lo ves…? Cuando quieres, sabes darte cuenta de las cosas tú sólita.

Olly mira a Niki. Una mirada triste. Disgustada. Busca ayuda en los ojos de su amiga.

– No le creas, Niki. Es un gilipollas, quiere meter cizaña entre nosotras.

Fabio sonríe y se les sienta al lado.

– Claro, claro. Son gilipolleces. ¿Quieres que te explique los detalles, Niki? Quieres que te hable de todos sus lunares, tiene uno en particular en un lugar extraño. ¿O quieres que te hable de su tatuaje, quieres que te diga cómo es y dónde lo tiene?

Olly insiste.

– No le hagas caso, Niki, por favor. Es su palabra contra la mía. Cualquiera puede haberle hablado de mi tatuaje. Lo único que pretende es hacernos daño.

Niki levanta la mano.

– Ok, ok… Ya vale, Fabio. Vete. Independientemente de lo que haya podido pasar, tú ya no me interesas. Y si hubiese sucedido, mejor todavía. Confirma aún más lo que pensaba.

Fabio se levanta y la mira.

– ¿Qué?

Niki sonríe.

– Que eres un gilipollas. Eres malvado, inútil, sólo sabes hacer daño, eres un parásito que vives la vida pensando que es una guerra. Como esos que dicen «cuantos más enemigos, más honor». Pero ¿sabes una cosa? Para hacerse un enemigo no se necesita nada. Mejor dicho, hasta es fácil… Basta con ser un lelo, como tú. En cambio, el verdadero honor estriba en saber hacerse un amigo. Tienes que querer, ser querido, currártelo, ser leal, ser amado… y eso es mucho más difícil, más trabajoso. -Se acerca a Olly. Le sonríe-… Pero también más hermoso.

Fabio mueve la cabeza. Se monta detrás del ciclomotor de su amigo.

– Vámonos, va, que estas tías parecen bobas. Esto parece el festival de los buenos sentimientos y de la hipocresía.

Niki sonríe.

– ¿Ves como no te enteras de nada? Nosotras no somos bobas, somos Olas.

Загрузка...