Otra casa. Otra habitación. Otro color. Ellas dos.
¿Cómo era? «Ninguna relación humana contempla la posibilidad de que uno se halle en posesión del otro. En cualquier pareja de almas, las dos son absolutamente diversas. Tanto en la amistad como en el amor, ambas, codo con codo, levantan las manos juntas para encontrar aquello que ninguna de las dos puede alcanzar por sí sola.» Diletta hojea el viejo diario de primero de bachillerato. Sí, era ésa. La ha encontrado. Sobre la mesa una bandeja con una jarra humeante y dos tazas grandes de colores vivos que esperan a ser llenadas de infusión de frutas del bosque. Cada taza tiene impresa encima una inicial. «O» por Olly. «N» por Niki. «D» por Diletta. «E» por Erica. Diletta las encontró en Porta Pórtese. Se sienta en la cama y lee en voz alta la cita. Olly, que está sentada en el suelo con las piernas cruzadas, arruga la nariz.
– Oye, ¿por qué siempre andas con ese tipo de ideas? ¡Quédate con una y basta! ¡Ésa es la respuesta! ¡Al contrario que ese tal Kalil, Khilil, vaya, Gibran o como demonios se llame! ¡Te pasas la vida filosofando!
– ¡Olly! ¡No sé por qué, pero tu nivel de sarcasmo es directamente proporcional a tus períodos de abstinencia!
– ¡No, querida, precisamente anoche hubo fiesta! ¡Con uno del bbc! Y debo decir que… ¡conduce de puta madre! ¡Especialmente cuando cambia de marcha!
– ¡Olly!
– Sí, sí Olly, Olly, pero mientras yo me divierto, tú estás siempre con la cara larga porque te niegas a echar un polvo. Toma ejemplo de Erica. ¡No está! ¿Dónde está? Seguro que dándose un buen revolcón, y a lo mejor ni siquiera con Giò Condón.
– ¿Condón?
– Es genial, ¿eh? Mister Precaución… Que en mi opinión es justo lo que está empezando a cansar a Erica; me juego lo que quieras. ¿Y Niki? Se ha embarcado en una nave que le viene demasiado grande… Las Olas atraviesan un período de gran marejada… Excepto tú. Podrías escribir una serie para la tele basada en tus experiencias como Ola, te tengo el título: «Calma total»…
– Pero ¿a qué viene esto? Yo sólo quería leerte cuál es mi idea de la relación, del amor. Cuando perteneces a alguien, deja de estar bien, te limita, te arriesgas a perderte a ti misma. Yo quiero un amor libre, grande, un paraíso. Y no es nada fácil dar con alguien que piense igual.
– ¡Lo que piense no lo sé, pero uno al que le gustaría darse un revolcón contigo sí es fácil encontrarlo!
Diletta niega con la cabeza.
– Está bien, tienes razón… Pero ¿tú qué sabes, Diletta, si nunca te lanzas? -Olly se levanta y echa agua caliente en las tazas. Mete una bolsita de infusión en cada una, coge la bandeja y la apoya en la cama. Le da su taza a Diletta, con cuidado de coger la letra que toca. Las levantan en alto, en un brindis sin alcohol con aroma a mora y arándano.
– ¡Por la «E» y la «N» que se han quedado en el armario de la cocina, y por las que tienen el valor de tirarse… y no desde poca altura!
Se ríen. Y desde el diario que se ha quedado abierto, Gibran las observa.