Cuarenta

Buenos días, mundo. Tu Niki reportando. Espera que me desperece un poco. No me lo puedo creer… ¡Fue maravilloso! Basta, deja de pensar en ello, Niki. Vuelve a la normalidad. Fly down… Mantén los pies en el suelo. No a tres metros sobre el cielo… Cuanto más arriba se sube… ¡más daño se hace uno al caer! No quiero traerme mal fario a mí misma, pero ¡vaya! Así. Mejor. Low profile. Veamos… ¿qué me pongo hoy? Hoy toca filosofía. Qué mierda. No tengo ningunas ganas. Hoy tiene que explicar a ese Popper, me parece. Me temo que será un plomo. De modo que es preciso que me vista alegre y con colores para que me sirva de antídoto. Niki abre su armario. Observa escrutadora las perchas. Vaqueros Onyx de color rosa con camiseta a rayas. No. Parezco una bombonera. Falda stretch con camiseta de cuello en V. Demasiado colegial. Pantalones estrechos azules estilo retro con camisa amarilla sin mangas y de cuello alto. Esto. Popper, te derrotaré con los colores de una mañana de sol. Después, mientras empieza a sacar la ropa del armario cambia de idea. Pero ¡¿qué feliz soy?! ¡Demasiado! Pero tengo un miedo de la hostia…


Todo el mundo llega corriendo a la puerta de la escuela. Una copia unos ejercicios, otra se despereza con aire somnoliento, otra está turnando con una expresión que no deja lugar a dudas sobre si atravesará aquella puerta o no. Otra, más absurda que las demás, se pone un poco de colorete y no deja de mirarse en el espejito de su ciclomotor. O quiere dar el golpe con su nuevo look, o espera poder cobrarse alguna deuda con un golpe bajo. Ella no. Ella se siente más mayor que de costumbre. Camina orgullosa, divertida, eufórica como nunca. Bueno, en el fondo es verdad. De alguna manera, ya ha alcanzado la madurez.

– Olas, ¿estáis preparadas? ¡He encontrado al hombre de mi vida!

– ¡No me digas! ¿Qué demonios has hecho?

– ¿Y nos lo dices así? ¡Estás loca, explícanoslo todo! ¡Rápido!

Parece como si Olly, Diletta y Erica hubiesen enloquecido. Una deja de copiar, la otra de maquillarse, la última tira su cigarrillo.

– Por eso estabas fuera de cobertura anoche. ¡Va, explica! ¿Lo hiciste? ¿Quién es, lo conocemos? ¡Venga, desembucha, que nos tienes en ascuas! -Olly la coge por el brazo-. Si no nos lo cuentas todo, pero todito todo y de prisa… te juro que se lo digo a Fabio.

Niki no puede creer lo que oye. Se vuelve hacia ella y la mira con ojos como platos.

– ¿Qué?

– Lo juro. -Olly se pone los dedos cruzados en la boca y los besa. De inmediato se lleva la mano derecha al pecho y levanta la izquierda, luego, creyendo haberse equivocado, lo cambia todo, se pone la izquierda en el pecho y levanta la derecha. Al final opta por levantar sólo dos dedos de la mano derecha-. Te doy mi palabra. Jo, no sé cómo funcionan estas cosas, pero si no nos lo cuentas todo, cantaré de plano.

– Traidora, eres una sucia traidora. Ok… -Por un momento, parece que va a hablar, pero de improviso se suelta de Olly-. ¡Por culpa de una sucia espía, las Olas quedan disueltas! -Y se echa a correr, riéndose como una loca. Sube los escalones de la entrada de dos en dos y, rápidamente, Diletta, Erica e incluso la misma Olly salen tras ella.

– ¡Cojámosla! ¡Rápido, cojámosla! ¡Hagámosla hablar!

Y todas corren a toda pastilla detrás de Niki, escaleras arriba, ayudándose apoyando las manos en la barandilla. Y tiran y empujan, intentando coger mayor velocidad. Luego siguen por el largo pasillo de las aulas. Diletta, que siempre es la que más en forma está de todas, la que no bebe, ni fuma, a la que le gustaría tanto hacer algo pero siempre se acuesta demasiado temprano, en un momento le está pisando los talones a Niki. Olly que es la más rezagada de todas le grita a la amiga:

– ¡Plácala! ¡Plácala! ¡Detenla! ¡Tírate… cógela!

Y Diletta lo logra, la agarra por la chaqueta y tira, tropiezan y caen al suelo. Diletta acaba encima y, en seguida, llega Erica que frena y se detiene a un milímetro de ambas; a continuación llega Olly, jadeante, pero no consigue frenar y acaba encima de Erica. Y ambas se caen sobre Niki y Diletta. Las cuatro por el suelo ríen y bromean. Las tres se montan en Niki y le hacen cosquillas intentando hacerla hablar.

– ¡Basta, basta! Dios mío, estoy toda sudada. Ya no puedo más. Basta, quitaos de encima.

– ¡Primero habla!

– Basta, basta, por favor, que me hago pipí encima, ay, no puedo más, quitaos de encima, ¡ay!

Olly le coge el brazo y se lo retuerce.

– Primero habla, ¿ok?

– ¡Ok, ok! -Niki acaba por rendirse.

– Se llama Alessandro, Alex, pero no lo conocéis, es mayor que nosotras.

– ¿Cuánto mayor?

– Bastante más mayor…

Olly se le sienta sobre el estómago.

– ¡Ay, ay, me haces daño, Olly, ya vale!

– Di la verdad, ¿te lo has follado?

– No, pero ¿qué dices?

Olly le agarra el brazo de nuevo, mientras las otras la sujetan. Olly intenta retorcérselo al estilo de una llave de judo.

– ¡Ay, me haces daño!

– Entonces, ¡habla! ¿Te lo has follado o no?

– Un poquito.

– Chicas.

Niki, Olly, Diletta y Erica ven unos zapatos enormes frente a sus rostros. Mocasines gastados pero impolutos. Poco a poco, levantan la vista. Es el director. Se ponen en pie de inmediato, intentando recomponerse un poco. Olly, Diletta y Erica han sido las más rápidas. Niki ligeramente dolorida todavía, ha tardado un poco más.

– Disculpe, señor director, nos hemos caído y, claro, nos ha entrado la risa… Bueno, sí, estábamos bromeando…

– En realidad, me estaban torturando…

Erica, que es la que está más cerca, le da un codazo a Niki intentando hacerla callar, después se hace cargo de la situación.

– Es bonito venir a la escuela con un poco de alegría, ¿no? El ministro de Educación lo dice siempre en su discurso de apertura de curso: «Chicos, no tenéis que considerar la escuela como una aflicción, sino como la ocasión de…» ¿Verdad, Diletta, que lo dice?

– Sí, sí… es verdad -la secunda Diletta sonriente.

En cambio el director está de lo más serio.

– Muy bien. -Mira su reloj-. La clase está a punto de comenzar.

Diletta interviene.

– Pero he visto que no ha llegado la profe de italiano.

– En efecto. Os daré yo la clase. De modo que si sois tan amables de ir hacia el aula, con alegría, por supuesto, evitaremos conversaciones inútiles en el pasillo.

El director echa a andar por delante de ellas hacia la clase. Las cuatro caminan lentamente detrás de esa figura austera. Parecen un poco la gallina con sus pollitos. Olly adopta una expresión como diciendo: «Qué pesado». Pero, por supuesto, lo hace bien oculta por Erica, que camina delante de ella. Luego Olly coge a Niki por la chaqueta y tira de ella.

– Eh, ¿qué significa «un poquito»?

Niki levanta el brazo con exageración y traza con él un círculo.

– Era una broma. «Un poquito» es una manera de decirlo. Fue más de lo que había sentido hasta ahora… y más de lo que podía imaginar… ¡Un sueño, vaya! -Después sonríe, se escapa de ella y entra en clase.

Olly se queda en la puerta y la mira con despecho.

– ¡Dios, cómo te odio cuando haces eso! J.A. ¡Jodida Afortunada!

Загрузка...