– Eh, ¿a quién le has enviado ese mensaje? -Olly está de puntillas detrás de Niki. Divertida, astuta, suspicaz. Con los brazos en jarras, la mira con la cabeza ladeada, como hace siempre-. ¿Y bien?
– A nadie.
– Ah, sí, ya… Da igual, el hecho de que le hayas enviado un mensaje a nadie es ya indicio de mentira. Algo que no cuadra. Te das cuenta, ¿no? ¡Acabas de decir una gilipollez! -Olly le salta encima y la coge con el brazo por la garganta, sujetándole con fuerza la cabeza. Luego, con la mano que le queda libre, empieza a frotarle el pelo con el puño cerrado.
– ¡Ay, me haces daño, Olly, ay! Basta ya, no seas imbécil.
En seguida llegan Diletta y Erica, que se ponen delante de ellas, ocultándolas con su cuerpo.
– ¡Venga, Olly, tortúrala, que nosotras te cubrimos! ¡Haz que esta mosquita muerta hable!
Niki hace un quiebro y consigue zafarse del brazo de Olly. Se aparta, recupera el aliento y empieza a masajearse de inmediato el cuello y la cabeza.
– Estáis todas locas. Sois Olas rebeldes…
– Claro que sí, nos hemos rebelado ante ti, ¿no? Hace días que parece que no formes parte del grupo. ¿Qué te pasa?
Erica sonríe.
– Se ha enamorado, mirad cómo ha cambiado.
Diletta alza las cejas.
– ¡Es verdad, si hasta se peina diferente!
Niki la mira furiosa.
– No te enteras de nada. A lo mejor es porque Olly me ha alborotado el pelo y ahora parezco un espantapájaros.
Olly insiste.
– Pero ¿se puede saber a quién le estabas enviando el mensaje o no? Nosotras te queremos. Está feo que te calles. Es como si no quisieras compartir con nosotras algo bonito, y eso que somos tus amigas, tus Olas…
Niki sonríe.
– Vale, vale, ahora os lo explico. No os he dicho nada porque aún no hay nada que contar, y es de esas cosas que, si las explicas antes de que ocurran, bueno, después todo se queda en nada, ¿entendéis?
– O sea, que nos estás acusando casi de traerte mal fario, no lo entiendo… ¡A por ella, chicas! ¡No puedes hacernos esto!
– Pero ¡yo no quería decir eso!
Niki busca la manera de protegerse. Se dobla sobre sí misma como si fuese un erizo. Olly, Diletta y Erica intentan enderezarla de todas las maneras posibles, se le suben encima y le tiran de los brazos hasta que lo logran. Entonces Olly le mete veloz la mano en el bolsillo trasero del pantalón y le roba el móvil.
– ¡Chicas, os voy a leer lo que ha escrito!
– ¡Joder, no, eres una cabrona, Olly!
– Qué cabrona ni qué cabrona; estoy preocupada por mi amiga. Hace algunos meses que lo dejaste con aquella especie de seudo-cantautor, o chico o niño o lo que sea… Y es precisamente en momentos como ése cuando se acaba cayendo en los brazos de un cualquiera, convencida de que se trata de un tío superguay. ¡Yo seré tus ojos!
– Oye, que yo no he caído en los brazos de nadie. Es eso lo que no sé cómo explicaros.
– No hay nada que explicar. -Olly levanta el móvil hacia el cielo y dice-: Verba volant, scripta manent.
– ¡Jo, es la única frase que te sabes en latín y la repites cada dos por tres! Y, además, en este caso, no pega para nada -ríe Diletta, la culta de verdad del grupo-. En este caso, dado que se trata de un teléfono móvil, lo apropiado sería más bien… ¡scripta volant!
– De acuerdo -replica Olly- lo que sea, «volant, manent», siguen siendo sólo palabras. Leo en voz alta para nosotras. Abrir enviados, aquí está…
Está a punto de abrir el mensaje cuando oye una voz a sus espaldas.
– Así se hace, muy bien. Léelo también para mí, que me muero de curiosidad.
Diletta y Erica se vuelven. Captan al vuelo la situación y sueltan a Niki. Es Fabio, su ex novio, que la mira. Sonríe. Luego avanza hacia ellas, pesaroso.
– ¿Qué pasa, os he aguado la fiesta?
Parece que lo sienta de verdad. Siempre ha sido muy buen actor. Olly se siente un poco molesta, cierra el teléfono de Niki y se lo guarda en el bolsillo.
– Vale, sólo quería divertirme yo también… no pretendía estropearos este momento de diversión.
Niki se le acerca.
– Hola, Fabio.
– Hola, Niki. -Fabio la mira a los ojos, inclinándose un poco hacia delante-. ¿El mensaje era para mí?
Niki lo mira. Las amigas se miran. Cada una a su manera está pensando: «¿Qué más te da, Niki? Dile que sí… Deja que se lo crea… ¿Qué te cuesta? No te metas en líos…»
Niki sonríe. A lo mejor ha escuchado sus pensamientos. Pero como de costumbre… Niki es Niki.
– No, no era para ti.
Fabio la mira a los ojos todavía un instante. Un instante que se hace eterno. Pero Niki está serena, y no baja la mirada. Y Fabio sabe que ella es así. Y al final no puede por más que sonreír.
– Por supuesto, claro. Si tienes que decirme algo me lo dices como has hecho siempre, mirándome a los ojos, ¿no es cierto, amor?
– Sí, pero no me llames «amor».
– Puede que fuese un mensaje para tus padres, o para tu hermano o para alguna otra amiga. De todos modos, ¿sabes qué?, no me importa lo más mínimo.
– Mejor así, Fabio.
– Cuando respondes de ese modo nunca sé si me estás tomando el pelo. En cualquier caso, yo estoy escribiendo una canción para ti, sólo para ti. Por todo lo que hubo entre nosotros… Y esa canción triunfará. Lo que he dejado escuchar de mi nuevo disco ha gustado, pero esta canción sobre ti es aún mejor. Ya he decidido mi nombre artístico para este disco… -Fabio se detiene un momento para crear suspense y las mira-. «Fabio… Fobia.» ¿Te gusta?
– Sí, mucho. Sobre todo es original.
Fabio menea la cabeza.
– ¿Sabes por qué las cosas entre nosotros no funcionaron? Porque siempre tuviste envidia. Conmigo no eras el centro de atención. -Fabio mira un momento a Diletta, Olly y Erica. Y sonríe-. Hasta la vista.
Y se aleja sin más, con los pantalones un poco ajustados, un hermoso y esbelto físico, de espaldas anchas, el cabello rapado por un lado y largo por el otro. Y un pañuelo claro en la cabeza, de color azul celeste, que hace resaltar sus ojos azul oscuro.
Erica sonríe, intentando desdramatizar un poco la situación.
– La verdad es que es un bombón… Quiero decir… ¡guapísimo!
– Sólo le hubiese faltado ser feo, con lo gilipollas que es.
Olly le devuelve el teléfono a Niki.
– Sea cual sea el mensaje que has mandado, no hace falta que nos lo digas. Sólo espero que todo salga como tú quieres.
Niki sonríe y se mete el móvil en el bolsillo.
– Si tú lo dices, Olly, que siempre has sentido debilidad por Fabio…
Diletta interviene:
– En mi opinión, ha cateado todos estos años porque no quería apartarse de Niki.
– Venga ya, ¿por qué iba a querer catear?
– Me extraña que no os hayáis dado cuenta, porque para pasar sólo hay que hacer los deberes.
Mientras tanto, Niki borra el mensaje de Alessandro, para no correr más riesgos.
– Sea como sea, me gustaría leer el texto de la canción que ha compuesto sobre mí.
– También ha copiado esa idea. Lo sabes ¿no? Como Eamon cuando se separó de su mujer.
– Es verdad -dice Olly sonriendo-, ¿cómo se llamaba aquella canción?
– Fuck it.
Diletta se pone a tararearla ante las demás.
– «Ya ves, no entiendo por qué me gustabas tanto. Te lo he dado todo, toda mi confianza… Te dije que te amaba y ahora todo ha ido a parar a la basura.»
Y rapea, y se mueve como el mejor rapero de color, un cruce extraño entre Eamon y Eminem.
– «Al diablo los regalos, podría tirarlos. Al diablo todos aquellos besos, no significan nada. Al diablo tú también, ya no te quiero… Creías que podías engañarme, yeah, pero te han descubierto, imbécil, me he enterado. Me has tomado el pelo, has practicado incluso sexo oral. Y ahora pretendes volver conmigo…»
Diletta da un giro extraño y acaba su canción con un «Yeah…»
Niki sonríe.
– Fabio Fobia no será tan idiota. Como haga una canción de ese tipo, lo denuncio. De todas formas, dejando a un lado el hecho de que no quiero volver con él en absoluto, debo admitir que en ese texto hay algo que sí tiene que ver conmigo…
– ¿Qué, los regalos tirados?
– ¿El sexo oral?
Niki mueve la cabeza.
– Lo siento, no diré nada… -Y se va.
– Venga, Olas… torturémosla… -Pero Niki echa a correr. Las Olas salen corriendo de inmediato tras ella por el pasillo de la escuela. Intentan darle alcance y, sobre todo, hacerla hablar.