Sesenta

– Eh, ¿qué haces?

– Estoy en una reunión. ¿Y tú?

– En el baño. ¿Vienes a buscarme a la salida? No tenemos clase a última hora.

– No puedo, estamos discutiendo cómo organizar toda la campaña promocional; siempre y cuando los japoneses digan que sí, claro.

– Jo, siempre estás ocupado. ¿Y para comer?

– Ídem. Esto va para largo.

– Madre mía, eres peor que un baño ocupado en la discoteca. Acuérdate de que yo soy tu musa inspiradora. Conmigo se te ocurren un montón de ideas.

Alessandro se ríe.

– Sobre todo ciertas ideas en particular.

– Oye, mira que ésas se vuelven pecado si no nos vemos.

– ¡Qué beata te me has vuelto!

– En el sentido de que es un pecado malgastarlas. ¿Estás seguro de que seguirás reunido también para la comida?

– Segurísimo. Te llamo por la tarde. Quizá nos veamos esta noche.

– ¡No, quita el «quizá», nos vemos!

– Vale, vale -Alessandro sonríe-. Ni siquiera los japoneses son tan exigentes.

– En cuanto te vea te hago hacer el harakiri.

– A ver… Sí, eso todavía me falta. Debe de estar bien.

– El vecino se enfadará un poco cuando te oiga gritar.

Niki cuelga. Vuelve al aula justo cuando la Bernardi está empezando la clase.

– Bien, estamos en la postguerra, y el neorrealismo se vuelve hacia el modelo verista. Se intenta reflejar la realidad y se denuncian los problemas sociales y políticos de Italia, el atraso de las zonas rurales, la explotación, la miseria. Una denuncia que sin embargo en Verga no resulta tan explícita. La obra de Verga se vio revalorizada gracias a un importante ensayo crítico de Trombatore…

Olly adopta una expresión cómica al oír el nombre del cineasta, y hace un gesto inequívoco con la mano. Erica se inclina hacia Niki.

– ¿Y bien? ¿Qué te ha dicho?

– Nada, está ocupado.

– Uy, uy.

– ¿Qué quiere decir «uy, uy»?

– Quiere decir uy, uy. Interprétalo como te plazca.

– Venga, Erica, no seas así. Me da rabia. ¿A qué te refieres? A veces se te va la olla.

– Que para él sólo eres una niña. Te lo dije desde el principio. Antes o después se le iba a pasar. Demasiada diferencia. Funciona tan sólo en la tele y en el cine. Los mayores se lían con las más jóvenes, pero no es para toda la vida… Además, lo he leído en una revista de mamá.

– Te recuerdo que también Olly dijo que estaba casado y no es cierto.

– ¿Y eso qué tiene que ver? Sólo está un poco atrasado con respecto a la mayoría. De todos modos, en la revista ponía que, cuando tienen una historia con alguien más joven, los hombres esperan rejuvenecer con ella, pero que acaban por darse cuenta de que eso no es posible. Y todo lo que me cuentas, las canciones de Rice y de Battisti, los jazmines, esas cenas tan chulas en su casa… Demasiado bonito, es la búsqueda de un sueño.

– ¿Y entonces?

– Entonces… Tarde o temprano, una acaba despertando de sus sueños.

– De verdad que cuando dices estas cosas, te odio.

Niki coge su agenda y golpea con fuerza en el pupitre. La Bernardi deja de hablar.

– ¿Qué ocurre ahí atrás?

– Disculpe, se me ha caído la agenda.

La profesora entorna un poco los ojos, aguarda un instante en silencio, la escruta y al fin decide creerla.

Prosigue con su explicación.

– …un hito respecto al neorrealismo. Os recuerdo también Hombres y no, de Elio Vittorini, El sendero de los nidos de araña, de Calvino. De todos modos, en el poco tiempo que nos queda… -Olly hace el signo de cuernos a escondidas, por debajo del pupitre y mira a Diletta con una mueca-, empezaremos con la primera fase del neorrealismo.

Erica aguarda un instante, luego se agacha y se acerca a Niki; en voz baja le dice:

– Siempre te pone canciones de Battisti, te está mandando un mensaje.

– Pero ¿qué dices?

– Sí… Por ejemplo, ¿te ha puesto esa que dice «Tener miedo de enamorarse demasiado…» o aquella otra, «Acéptalo como es, no podemos montar un drama, dijiste que ya conocías mis problemas…», o tal vez «Te elegí a ti, a una mujer como amigo, pero mi destino es vivir la vida…»?

– Sí, tiene todos sus CD. ¿Y qué?

– ¿Cómo que «y qué»? ¡Está más claro que el agua! ¡Te está utilizando y nada más!

– Ya, pues te recuerdo que esa canción acaba con un «Te amo, compañera fuerte y débil».

– Sí, pero también dice «La excitación es un síntoma del amor al que no sabemos renunciar… -Erica le sonríe- y las consecuencias a menudo hacen sufrir…». -Y extiende los brazos-. ¿Qué crees tú entonces?

– ¡Que no te sienta bien Battisti!

– Ok, como quieras, yo ya te lo he dicho. No hay peor sordo que el que no quiere oír. Y, sobre todo, la esperanza es el sueño de quien está despierto.

– Pero eso no es de Battisti.

– No, desde luego. Es de Aristóteles.

– ¡Me parece que, como sigas así, Battisti acabará saliendo en Selectividad!

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