Sarah

Me quito la ropa y miro mi reflejo en el espejo: vista de frente, continúo pareciéndome a mí, bastante. Mi vientre no ha crecido por los lados, de modo que mi silueta es prácticamente la misma. Se me han hinchado las tetas, sin embargo, y son un poco más anchas. También tengo los tobillos más gruesos.

Me pongo de costado: tengo una barriga enorme. Apenas había cambiado cuando estaba en casa -era fácil ocultarlo bajo la ropa-, pero desde que estoy aquí prácticamente puedo ver cómo crece. La piel se ha tensado tanto que no creo que pueda darse más.

Vinny me ha traído un libro; está lleno de fotos, de cómo es un bebé desde que es unas pocas células hasta que se convierte en un renacuajo y después en algo diminuto que empieza a parecerse a una persona. Me lo he leído de cabo a rabo, y la parte del nacimiento, dos veces. Antes no había pensado cómo iba a salir este bebé. No puedo ir al hospital, porque necesitarían una identificación y, entonces, se lo contarían a mi familia y me encontrarían. Y tampoco quiero que le pongan un chip a mi hija y es lo que hacen actualmente: inyectar un microchip poco después de nacer. Solían hacérselo a los perros -el nuestro lleva uno-, pero ahora se lo hacen también a la gente. Me da escalofríos.

De modo que tendré que dar a luz aquí, sola. Me miro el vientre. El bebé se mueve: puedo ver cómo se mueve una rodilla o un codo por debajo de la superficie. Pronto estará aquí. ¿Cómo demonios sucederá? Es como sacar un barco de una botella; es imposible.

Tengo la piel de gallina. Hace demasiado frío en esta habitación para ir desnuda, pero aún no estoy preparada para vestirme.

Mírate, cómo estoy. ¿Cómo he terminado así? Claro que lo sé. Nunca le rechacé y debería haberlo hecho. Debería haberle pateado, pegado o mordido. Ni siquiera le dije alguna vez: «No.» Es un hombre grande, así que podría decir que le tenía miedo, y así era cuando Él se comportaba de esa forma, de noche, a oscuras -apagado, impersonal, ni mucho menos como mi padre-, pero no era el miedo lo que me impedía gritar, sino el amor. Era mi padre y yo le amaba; y él a mí.

Pero yo nunca pedí ese tipo de amor.

Y ahora aquí estoy: embarazada y sola. Él me ha hecho esto. Es un hombre retorcido y enfermo y le odio. La gente debería saber cómo es; tendría que ir a juicio para que le señalaran con el dedo y le juzgaran. Debería pudrirse en la cárcel. Y aun así, aun así… Sé que nunca le haría eso porque sigue siendo mi padre.

Quizá yo esté tan enferma como Él.

Vuelvo a mirar mi reflejo. El cuerpo ha cambiado pero la cara del espejo es la misma que Él veía cuando estaba conmigo. El pelo es el mismo que tocaba. De repente, ya no quiero continuar siendo esa persona. No me quiero parecer a ella.

Estoy temblando y alargo el brazo para coger la ropa. Cuando vuelvo a estar vestida, entro en el lavabo, encuentro unas tijeras y empiezo a cortarme el pelo. Cae en el lavamanos, en el suelo, a mi alrededor. Abro el grifo y el pelo desaparece por el desagüe; entonces, coloco el tapón y me pongo una toalla alrededor de los hombros. Cuando el fregadero está lleno, me inclino hacia delante y bajo la cabeza. Me echo champú en lo que me queda de pelo, cojo una cuchilla desechable y empiezo a afeitarme el cráneo. Dejo una franja en el centro, una mohicana. Mañana pediré a Vinny que me consiga un poco de tinte: rosa, verde, negro, me da igual. Algo diferente.

Así pues, cuando me mire en el espejo, no veré a la vieja Sarah. Me sorprenderé, tendré que mirar dos veces.

Mañana seré una persona nueva.


Загрузка...