Sarah

No sé adónde ir. Está lloviendo tan asquerosamente fuerte que no puedo concentrarme. Tengo que sacar a Mia de esta mierda, eso es todo, por eso voy al túnel. Al menos está cubierto y siento como si en cierto modo me perteneciera, pues he pasado bastante tiempo ahí. Pero cuando llego, no doy crédito a lo que veo, está más claro y luminoso, y entonces me doy cuenta de lo que ha pasado: alguien ha pintado sobre mi mural. Todo el túnel está pintado de blanco. Además, huele a pintura, como si hubieran acabado de hacerlo ahora mismo.

Ya no lo siento mío, ha vuelto a convertirse en un túnel bajo las vías del tren, un lugar desolado. No quiero quedarme aquí, pero ¿a qué otro sitio puedo ir? Al menos puedo tomarme diez minutos para tratar de poner en orden mis ideas. Pero estos se convierten en veinte, y Mia necesita comer, así que acabo acampando allí, sentada en el suelo sobre una bolsa de plástico, apoyada en la pared. No puedo creer que mi vida en casa de Vinny haya terminado. No me había dado cuenta de lo que tenía allí hasta ahora: un hogar, el primero de Mia.

Aquí no estoy en absoluto escondida, y dando de mamar a Mia no puedo ir a ningún lado. Soy un blanco facilísimo. No dejo de mirar de un extremo al otro del túnel para controlar si vienen coches o gente. Pero ¿qué haré si veo a alguien? No tengo ningún sitio hacia el que correr.

Miro a Mia. Está abrigada con su mono acolchado; tiene la cabeza dentro de mi abrigo, pero el culo y las piernas fuera. Junta los pies suavemente. Ahí es donde le inyectaron el chip, en el pie izquierdo. Ahí está ahora, invisible, silencioso, tan diminuto que podría pasar por el ojo de una aguja. Me pongo enferma sólo de pensar en esa cosa dentro de mi bebé; activa, viva, comunicándose con Ellos, los cabrones que se lo pusieron. Ahora mismo podrían estar siguiéndonos la pista desde alguna oficina de Londres, Nueva Delhi o Hong Kong: Mia podría ser un punto en la pantalla de alguien.

Es sólo cuestión de tiempo que nos cojan. Y después ¿qué? ¿Nos buscarán otro sitio donde vivir? ¿Nos enviarán a casa? ¿Nos separarán?

Si no la hubiera llevado al hospital. Si no le hubieran colocado esa cosa dentro, podríamos desaparecer. Al menos tendríamos una oportunidad.

Si no llevara el chip.

Me parece que está justo debajo de la piel, creo yo. Tengo unas tijeras en el neceser… la niña deja de mamar durante un segundo para tomarse un descanso. Sus manos emergen de mi abrigo, sus pequeños dedos rosados, buscando algo a lo que agarrarse. Su piel es tan fina, casi translúcida. ¿Cómo puedo pensar tan siquiera en romperla, en escarbar debajo y buscar ese horrible chip? He acabado poniéndome a Su nivel y estoy indignada conmigo misma.

Vuelvo a meter su mano dentro de mi abrigo y la abrazo más fuerte. «Lo siento, lo siento. Nunca te haré daño y no dejaré que se te lleven, Mia. No les dejaré.»

Una ráfaga de viento levanta algo de basura y la mete en el túnel, arrastrándola por la gravilla y los ladrillos. Observo cómo se acerca hacia mí un envoltorio de comida revoloteando por el aire. Entonces miro más allá. Allí hay alguien.


Загрузка...