Sarah

Septiembre de 2026


– Sabes por qué estás aquí. No es a lo que estás acostumbrada, pero nos estamos quedando sin opciones. Aquí no te permitirán jugar: no podrás llegar tarde, hacer novillos ni rechistar. Tienes la posibilidad de volver a empezar, de hacer bien las cosas esta vez, de ponerte a trabajar en serio. Por favor, Sarah, no nos falles. No te falles.

Bla, bla, bla. La misma cancioncilla de siempre. Me entra por una oreja y me sale por la otra, estoy demasiado cansada para escuchar. Anteanoche apenas dormí y, cuando lo hice, volví a tener la pesadilla y tuve que despertarme. Me mantuve despierta hasta que se hizo de día, escuchando los ruidos propios de la casa.

No le digo nada, ni tan siquiera adiós, cuando salgo del Mercedes. Cierra la puerta del coche y me lo imagino haciendo una mueca de dolor y maldiciéndome, y ello me hace sentir mejor, aunque sólo sea por un instante.

El Mercedes ha hecho que la gente se volviera, como siempre. No se ve todos los días un coche en la pista de la escuela, no digamos ya un coche grande que consume toneladas de gasolina como el de papá. Ahora la gente me tiene fichada. Fantástico. Me señalarán como diferente antes siquiera de empezar. Aun así, ¿qué me importa?

Alguien silba y me susurra largamente y en voz baja:

– Guapaaaa.

Un grupo de muchachos se ha detenido para mirar, son seis o siete. Me miran de arriba abajo, relamiéndose los labios. ¿Cómo se supone que debería sentirme? ¿Intimidada? ¿Halagada? A la mierda. Les enseño el dedo y cruzo las puertas.

Supongo que para ser una escuela pública no está mal. Al menos es totalmente nueva, no está destrozada como yo esperaba. Pero únicamente es nueva porque la anterior se quemó durante los disturbios de 2022 y todavía conserva cierta reputación. Forest Green: régimen duro, chicos duros. Se me cayó el alma a los pies cuando mis padres me dijeron que me habían apuntado allí, pero luego pensé: «Qué diablos. Tanto da una escuela como otra. Escuela, casa… Todo son cárceles, ¿no es cierto? Todas buscan lo mismo: que cumplas las órdenes. No importa dónde esté: tengo un cerebro propio y eso no lo pueden controlar.»

E, independientemente de adónde me envíen, no pienso quedarme mucho tiempo. Tengo otras cosas en la cabeza; bien, de hecho, una muy grande o, al menos, una pequeña que está creciendo más y más. Y ello significa que tengo que empezar a pensar por mí misma, que tengo que planificar, tomar el control.

Tengo que recuperar mi vida.

No puedo esperar mucho más.

Tengo que huir.


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