Fuerza la puerta.
Contengo la respiración.
En la oscuridad, puedo oír cómo gira el pomo y cómo el metal roza la madera mientras la puerta empuja la silla que he dejado apoyada contra ella. Se oye un chirrido cuando la puerta se mueve hacia delante y hacia atrás, al principio suavemente, después con mayor fuerza. Me puedo imaginar Su cara -la confusión convirtiéndose en rabia- y me acurruco un poco más en la cama, poniéndome recta, con las rodillas tocándome la barbilla y cruzando los dedos.
La habitación se queda en silencio durante unos segundos, y entonces Él vuelve a estar ahí. No se lo puede creer. Necesita comprobarlo.
«¡Ha funcionado! ¡Ha funcionado, coño!»
Me acerco un poco más las rodillas a la cara y me mezo de lado a lado. Quiero chillar, gritar, bailar, pero no puedo romper el silencio. No puedo despertar a los demás: Marty y Luke en la habitación de al lado, mi madre bajo el descansillo.
Ahora debería dormir. Dormir es seguro. Estiro las piernas y las deslizo debajo del edredón. Estoy cansada, pero no tengo sueño: y me quedo allí durante una eternidad, sintiéndome triunfadora y asustada al mismo tiempo. He ganado una batalla, pero la guerra todavía no ha terminado. La lluvia empieza a repicar contra la ventana.
Me muero por dormir: ocho horas de vacío sin sueños, pero, cuando al fin lo consigo, no hay descanso. Vuelvo a la pesadilla que me espera cada noche.
Las llamas son naranjas.
Me están quemando viva. Estoy atrapada, cercada por escombros.
Las llamas son amarillas.
El bebé grita. Moriremos aquí, ella y yo. El chico de la cara quemada también está. Él mismo es fuego y llama, chamuscado, quemado, una figura oscura en medio del atronador, crepitante y chispeante calor.
Las llamas son blancas.
Y coge al bebé, a mi bebé, y se va y le consumen las llamas.
La habitación continúa en la oscuridad cuando me obligo a despertarme. Mi camiseta y las sábanas están empapadas. Hay una fecha en mi cabeza, brillante como el neón, deslumbrándome los ojos desde dentro. Nunca antes había soñado esto. Es nuevo. Él me la ha traído. El chico.
El chico de la escuela es el que aparece en mi pesadilla. Es él. Sé que lo es. Ha encontrado la forma de salir de mi cabeza y entrar en mi vida. ¿Cómo lo ha conseguido? Es una idiotez. No es real. Cosas así nunca suceden.
Estiro el brazo hacia un lado y enciendo la luz. Cierro con fuerza los ojos hasta que se adaptan y luego veo la silla atrancada contra el pomo de la puerta.
Claro que suceden cosas así, pienso amargamente. Suceden cosas así continuamente.