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28 dic. 07, día 4 de la misión


Cameron se despertó de repente, con el cuerpo empapado de sudor. Corrió fuera de la tienda, con náuseas. Derek la llamó, pero ella no se detuvo hasta que estuvo fuera del campamento base. Cayó de rodillas sobre la hierba húmeda de rocío y unas fuertes arcadas le sobrevinieron sin que llegara a vomitar nada.

Derek estaba a dos pasos de la tienda cuando Justin pasó a su lado, corriendo, hacia donde estaba su mujer. Szabla sacó la cabeza de su tienda detrás de Justin.

– ¿Qué coño sucede? -gritó.

Justin llegó hasta Cameron y se agachó delante de ella. Le puso una mano en el hombro, pero ella la apartó con un movimiento brusco.

– Estoy bien -dijo. Entre arcadas, se limpió la boca, dejándose un hilo de saliva en la barbilla. Tenía el pelo de la frente empapado de sudor.

Los demás habían salido de sus tiendas y estaban a bastante distancia de ellos, intentando ver qué sucedía. Diego había instalado la radio de nuevo y estaba intentando mandar un SOS.

– ¿Mareo matutino? -preguntó Justin.

Cameron notaba la hierba húmeda y fría bajo las manos.

– ¿Qué queda de mí sin esto?

– ¿Sin qué?

Ella hizo un gesto hacia el campamento.

– Nunca me había dado cuenta de cuánto lo necesito -dijo-. Ordenes, misiones, jerarquía de mando. Prioridades. Hace que todo sea simple. Uno hace su trabajo y uno sólo se tiene que concentrar en eso. No hay confusión. -Se sentó en el suelo y escupió. Justin esperó a que ella recuperara el ritmo de respiración.

– El equipo siempre me ha hecho las cosas fáciles. Lo ha mantenido todo bajo control. Parapetado al otro lado del uniforme almidonado. -Se rió con fuerza por un instante. Cameron oía a Tank, detrás de ellos, orinando contra un árbol-. Soy adulta y todavía no sé pensar por mí misma.

Justin le puso una mano en la mejilla y ella se lo permitió.

Cameron volvió a hablar, con temor en la voz:

– ¿Cómo puedo tener un niño si no sé ni siquiera pensar por mí misma? -Negó con la cabeza-: No puedo. No puedo tener a este niño.

Justin le apartó un mechón de pelo de la frente. Se inclinó hacia delante para besarla, pero ella se apartó.

– ¿Esto no te preocupa a ti? -le preguntó Cameron, con furia en los ojos.

Justin respiró con fuerza.

– Sólo hay una cosa que me preocupa de verdad.

– ¿Cuál es?

Justin se levantó y dejó caer las manos sobre sus muslos.

– Que nunca me preguntaste qué era lo que yo quería.

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