Capítulo 12

En el avión Johan tuvo tiempo de pensar en Emma. Todo sucedió tan deprisa que ni siquiera pudo tratar de llamarla otra vez. Ahora iban a verse antes de lo que habían planeado. Recordó la imagen de la cara de Emma la última vez que se encontraron: los ojos oscuros, la tez pálida y sus labios sensuales. Él creía que cuando se despidieron, ella lo había mirado de un modo diferente. Como si ahora significara para ella más que antes. Llevaban tres años implicados en una relación compleja, con avances y retrocesos y, con todo, el tiempo pasado desde que apareció Emma era el mejor de su vida.

Se apoyó en el respaldo y miró por la ventanilla. Las nubes algodonosas le recordaron la playa cubierta por la neblina en la que se perdió Helena Hillerström tres años antes, cuando se encontró con su asesino. Era la mejor amiga de Emma, y fue entonces cuando se conocieron. Johan entrevistó a Emma e iniciaron una relación. Ella entonces estaba casada y, además, tenía dos hijos. Qué lejano parece aquello, pensó. Ahora, Emma llevaba un año separada de Olle y había tenido otra hija; el padre de esa niña era Johan. Elin tenía ocho meses y era una preciosidad. Pero no resultó nada fácil cuidar esa nueva relación. Había muchos factores que complicaban la situación, muchas personas involucradas.

Johan tenía el puesto de trabajo en Estocolmo, y no podía hacer gran cosa al respecto. Emma debía pensar en Sara y Filip, sus hijos mayores. Su ex marido había empezado otra vez a incordiar y a poner impedimentos en todo lo que tenía que ver con los niños.

Tuvieron que luchar contra viento y marea, por decirlo de una forma suave. Johan creyó en varias ocasiones que la relación se acercaba a su fin, pero siempre habían encontrado la forma de seguir juntos. En este momento parecía que su amor era más fuerte que nunca. Él había aceptado que Emma necesitaba tiempo para estar con sus hijos, que aún no estaba preparada para irse a vivir con él, a pesar de que tenían a Elin.

Procuraban verse tan a menudo como podían. Johan viajaba a Gotland por motivos laborales como mínimo una vez por semana, pero eso le parecía muy poco. Solicitaría el permiso por paternidad después del verano y entonces viviría en casa de Emma, en Roma. Esa iba a ser la prueba de fuego. Si todo salía bien, se casarían al año siguiente y empezarían a vivir juntos de verdad. Eso era en cualquier caso lo que deseaba Johan.

En su lista de deseos figuraba también tener otro hijo, pero ahí tenía que avanzar con prudencia. Emma se había opuesto enérgicamente a la idea las veces que se había atrevido a abordar el tema.

Apenas había tenido tiempo de terminarse el café cuando el comandante comunicó que iniciaban la maniobra de aterrizaje en el aeropuerto de Visby. Johan siempre se sorprendía de lo rápido y fácil que era volar a la isla. Cuando estaba en casa en Estocolmo y echaba de menos a Emma y a Elin, Gotland le parecía dolorosamente lejana. Y ahora ya casi estaba allí.

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