Capítulo 93

A Johan lo trasladaron sin tardanza al hospital de Visby, donde le administraron calmantes a la espera de que pudiera hablar con el psicólogo. La enfermera había abandonado un momento la habitación tras decir que volvería enseguida. Johan yacía en la cama, tratando de reponerse. Se sentía vacío y aturdido, como si no estuviera allí de verdad. Cuando volvió a abrirse la puerta, creyó que era la enfermera, pero lo que apareció en el vano fue el rostro de Emma.

– Hola -saludó, tratando de esbozar una sonrisa. Su cara estaba entumecida e hinchada, y tenía la sensación de que nada estaba en su sitio. Tenía los ojos en la barbilla y la nariz en la sien izquierda. Le faltaba la boca. No había sino un hueco seco.

Emma no respondió a su saludo. Permaneció cerca de la cama y lo miró con animadversión.

– No me dijiste nada de esa foto en la redacción -barbotó-. Estuviste espiando a alguien que tú pensabas que era el asesino, sólo porque te parecía divertido, sin pensar lo más mínimo en nosotras, en mí y en Elin, en nuestra seguridad. Y ahora ha desaparecido la niña, mi Elin. Mi querida Elin ha desaparecido por tu culpa. Por tu maldita culpa. Si no te hubieras dedicado a hacer lo que has hecho, no habría ocurrido esto.

Johan, conmocionado por la inesperada diatriba de Emma, intentó protestar.

– Mira, Emma… -dijo débilmente.

– Cállate.

Ahora se había acercado. Inclinada sobre él, lo miraba fijamente a los ojos.

– Entró en mi casa, en mi hogar, y cuando me estaba duchando, anduvo por allí. Agarró a mi hija y desapareció. Ahora sólo nos queda esperar que la policía consiga hacerle confesar dónde está la niña, qué ha hecho con ella, y que Elin no esté muerta, que siga con vida.

– Ya, pero…

– Sólo tiene ocho meses, Johan. ¡Ocho meses! -Se quitó el anillo de compromiso y se lo arrojó al cuerpo-. ¡Esto no te lo perdonaré jamás! -le gritó.

Luego salió no sin dar un portazo con todas sus fuerzas.

Johan se quedó en la cama destrozado, incapaz de entender ni siquiera una mínima parte de lo que acababa de vivir.

Aquello era demasiado, un desastre total.

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