Capítulo 17

Se oían voces inquietas procedentes de la sala de reuniones cuando Knutas se dirigía a la reunión de la Brigada de Homicidios el domingo por la tarde. Todos habían llegado ya y estaban muy atentos a uno de los ordenadores que había en la mesa.

– Estos malditos periodistas, ¡qué miserables! -exclamó Wittberg-. ¿Con qué piensan? -añadió golpeándose la sien con los dedos.

– ¿Qué pasa?

El comisario se abrió paso entre sus colegas para ver lo que sucedía.

Los periódicos de la tarde, en su edición digital, mostraban en portada fotos de Egon Wallin colgado en la Puerta de Dalmansporten. El titular de todos ellos era escueto: «Asesinado», ponía con grandes letras negras.

La única circunstancia atenuante era que el rostro aparecía parcialmente tapado por un policía, de manera que resultaba imposible reconocer a la víctima.

Knutas meneó la cabeza. Wittberg continuó:

– ¿Es que no se les ha ocurrido pensar en los familiares? ¡Hombre, por favor, que esta persona tiene hijos!

– Supongo que esa fotografía no saldrá en la edición impresa -comentó Karin-. Eso sería ir demasiado lejos, ¿no?

– Me pregunto si merece la pena dar ruedas de prensa -murmuró Wittberg-. Parece que eso sólo excita aún más a los medios.

– Tal vez nos precipitamos -reconoció Knutas.

Fue una torpeza dejar que Norrby lo convenciera con el argumento de que una rueda de prensa calmaría a los periodistas y permitiría a la policía trabajar con más tranquilidad. El resultado había sido el opuesto.

Sintió cómo se iba adueñando de él la irritación. Un persistente dolor de cabeza lo seguía agobiando.

– No hay tiempo que perder, tenemos que empezar a hablar de cosas importantes -dijo sentándose en su sitio habitual en la cabecera de la mesa.

Todos tomaron asiento y comenzó la reunión.

– Podemos estar totalmente seguros de que se trata de un asesinato. He recibido el primer informe del forense y coincide con Sohlman en que las lesiones no dejan lugar a dudas. Esta tarde se trasladará el cadáver hasta la Península en un barco y desde allí hasta la Unidad de Medicina Forense. Espero que mañana tengamos un informe preliminar de la autopsia. Egon Wallin presentaba además unas extrañas heridas en la cara, de las cuales también nos gustaría tener alguna aclaración. Por consideración hacia la familia, esperaremos un poco antes de proceder al registro de su casa y de la galería. Acabo de recibir una llamada interesante de una de las empleadas del local, una tal Eva Blom. Me ha dicho que falta una de las esculturas de la galería. Se trata de una pequeña escultura en piedra caliza gotlandesa. Se llama Añoranza, y es una obra de la escultora Anna Petrus. Parece ser que es una réplica de menor tamaño de una escultura que hay en el jardín de Muramaris. Ya sabéis, la casa de los artistas que está un poco antes de llegar a Krusmyntagården.

– ¿Cuándo ha desaparecido?

– El sábado. Según Eva Blom, estaba en su sitio a la una, cuando empezó la inauguración. Lo recuerda muy bien porque antes dio una vuelta para comprobar que todo estaba en su sitio.

– ¿Cuándo cerraron la galería?

– Hubo visitantes hasta las siete o las ocho. Después, Egon Wallin, su esposa, el pintor y los empleados de la galería se fueron a cenar al restaurante Donners Brunn. Cerraron la galería y conectaron la alarma, como de costumbre.

– ¿Está segura de ello?

– Absolutamente.

– ¿Significa eso que la escultura desapareció durante la inauguración?

– Eso parece.

– ¿Tenía mucho valor?

– No, por lo visto es muy pequeña y el material no es especialmente valioso. La artista es poco conocida, así que, en opinión de Eva Blom, no pueden haberla robado para venderla y ganar dinero.

– ¿Para qué la iba a robar alguien entonces?

La pregunta quedó flotando en el aire.

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