Capítulo 86

Knutas dispuso la inmediata detención de Erik Mattson y de su hijo David para ser interrogados. Llamó a Kurt Fogestam, quien le prometió encargarse personalmente de que se detuviera a ambos sin pérdida de tiempo. Puesto que Anita Thorén había identificado a David, el fiscal dictó la orden de arresto. Los restos del cabello y de la ropa de Egon Wallin hallados tanto en la casa como en la furgoneta pertenecían al inquilino. Así pues, sabían que David era el autor de los hechos. La cuestión estaba en saber si había cometido los crímenes él solo o ayudado por su padre. El comisario no se podía explicar qué tenía que ver Egon Wallin con el asunto ni la relación existente con el robo de El dandi moribundo, pero esperaba averiguarlo en los interrogatorios.

Knutas se maldijo para sus adentros por no habérsele ocurrido antes revisar las listas de los inquilinos de Muramaris. Estuvieron tan obsesionados en intentar localizar a la persona que tenía alquilada la casa cuando asesinaron a Egon Wallin que nadie pensó en comprobar las fechas anteriores. Aquello lo trastornaba. En parte, quizá, su descuido podía atribuirse a las turbulencias relativas al nombramiento de Karin, que le había hecho desviar la atención de la investigación.


Mientras aguardaban noticias de la policía de Estocolmo, en la comisaría reinaba un ambiente expectante.

Knutas, junto a la ventana de su despacho, encendió la pipa. Daba profundas caladas y expelía el humo al exterior de la ventana.

Estaba en tensión. Por fin se hallaban cerca de resolver aquel maldito embrollo que no había hecho sino crecer y volverse cada vez más misterioso a medida que transcurría el tiempo. Llamó a su mujer, le contó lo que pasaba y le comunicó que no llegaría a casa a la hora de cenar, ni durante el resto de la tarde. Line se alegró por él, por sí misma y, sobre todo, por los niños. Pronto podrían volver a ver a su padre por la tarde.


Exactamente una hora más tarde telefoneó Kurt Fogestam. Parecía como si le temblara la voz.

– Siéntate -le pidió

– ¿Cómo dices?

– Que te sientes, Anders, antes de escuchar lo que te voy a decir.

Knutas se sentó en su silla sin quitarse la pipa de la boca.

– ¿Qué ha pasado?

– La patrulla que iba a buscar a Erik Mattson pasó primero por Bukowskis, pero no se había presentado hoy. Su jefe no parecía muy sorprendido; según ha dicho, Mattson falta al trabajo de vez en cuando. Al parecer, tiene problemas con el alcohol. O los tenía…

– ¿Tenía? ¿Cómo que tenía?

– Acaban de llamar desde la calle Karlavägen, donde vive Mattson. Nadie abrió cuando llamaron, así que al final forzaron la puerta. Lo encontraron en la cama, muerto.

Knutas no daba crédito a lo que acababa de oír.

– ¿Asesinado?

– Eso aún no lo sabemos. El forense acaba de salir hacia allá. Pero eso no es todo. ¿Sabes lo que colgaba en la cabecera de la cama?

– No.

– El cuadro robado en Waldemarsudde, El dandi moribundo.

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