Capítulo 14

Knutas se pasó todo el domingo como una lanzadera entre la comisaría y Dalmansporten. Ya avanzada la tarde, recordó que se le había olvidado llamar a casa.

En cuanto oyó la voz de Line cayó en la cuenta de que ese domingo habían planeado ir a cenar a casa de sus padres, que vivían en una granja en Kappelshamn, al norte de Gotland. Mierda. Sabía lo puntillosos que eran si las cosas no salían tal como ellos las habían planeado. Ya se imaginaba la voz decepcionada de su padre cuando Line les dijera que su hijo no podía acompañarles. Probablemente, en su fuero interno, ellos nunca habían aceptado que se hiciera policía; o no del todo. Knuta se lo notaba y aunque ya tenía cincuenta y dos años, para sus padres nunca sería una persona realmente adulta.

En cambio. Line casi siempre se tomaba los cambios de planes con tranquilidad, ya se tratara de unas vacaciones a la montaña que había que suspender o de una reunión de padres de alumnos a la que no pudiera asistir. Se limitaba a decir: ya se arreglará, y siempre se arreglaba. Knutas casi nunca debía tener mala conciencia por el tiempo que dedicaba a su profesión, y ello le facilitaba la vida enormemente. Su esposa danesa era una persona de buen carácter, lo cual le hacía pensar a menudo en la inmensa suerte que había tenido. Se conocieron por pura casualidad cuando él acudió a un restaurante de Copenhague en el curso de unas conferencias para policías. Line hacía entonces horas extras como camarera al tiempo que estudiaba. En la actualidad era comadrona en el hospital de Visby.


La sala habilitada para la rueda de prensa se llenó. El hecho de que la víctima fuera tan conocida en Gotland era motivo suficiente para que la noticia resultara especialmente importante para la prensa local. El que hubiera aparecido colgada en una de las puertas de la muralla de Visby bastó para que el resto de los medios de comunicación del país se subiera al carro. Y además era dommgo…

Cuando Knutas y Norrby entraron en la sala donde se iban a celebrar la rueda de prensa, los nervios de la espera flotaban en el ambiente. Los periodistas ocupaban sus asientos en las filas de sillas con el bloc quemándoles en las rodillas, los fotógrafos disponían las cámaras y se colocaban los micrófonos en la mesa que había delante. El comisario ofreció la información más importante y reveló también la identidad de la víctima. No había ninguna razón para ocultarla. Estaban ya informados todos los familiares, el rumor se había extendido por Visby y el montón de flores no hacía más que crecer delante de la puerta de la galería en Stora Torget.

– ¿Se sospecha que pueda ser un robo? -preguntó un periodista de la radio local.

– No podemos descartar nada en estos momentos -contestó Knutas.

– ¿Llevaba la víctima cosas de valor, como, por ejemplo, una cartera?

Knutas se estremeció. Era Johan Berg, claro. Norrby y él intercambiaron una mirada.

– Los detalles de este tipo forman parte de la investigación y por lo tanto no puedo hacerlos públicos.

– ¿Cómo podéis estar tan seguros de que se trata de un asesinato?

– Se ha realizado un reconocimiento preliminar del cadáver y la víctima presenta lesiones de tal carácter que no puede habérselas causado él solo.

– ¿Puedes describirnos esas lesiones?

– No.

– ¿Se ha utilizado algún arma?

– Tampoco puedo contestar a eso.

– ¿Cómo pueden haberlo levantado hasta lo alto de la Puerta? -pregruntó la misma impertinente del periódico local con la que se había encontrado en el lugar del crimen-. La propia policía necesitó la ayuda de los bomberos para bajar el cuerpo.

– Partimos de la base de que tiene que haber sido obra de varias personas o de un hombre excepcionalmente fuerte.

– ¿Busca la policía a un tipo culturista?

– No necesariamente. Esos tipos, a veces parecen mucho más fuertes de lo que en realidad son.

Alguien rio la ocurrencia.

– ¿Tenéis alguna idea de si el autor del crimen es de Gotland o de la Península?

– Ese punto aún se investiga.

– Si no se trata de un robo con resultado de muerte, ¿de qué puede tratarse?

– Es demasiado pronto para empezar a especular. Trabajamos en varios frentes y mantenemos abiertas todas las opciones. No podemos descartar nada en estos momentos.

– ¿Qué hace la policía ahora?

– Estamos practicando interrogatorios; llamamos puerta por puerta y analizamos la información que nos va llegando. Rogamos a los ciudadanos que se pongan en contacto con la policía si han visto u oído algo durante la noche del crimen o en los días anteriores. Creemos que el asesino estuvo en Dalmansporten estudiando el terreno antes cometer el crimen.

– La galería de Egon Wallin inauguró una exposición grande y destacada precisamente el mismo día en que él fue asesinado -afirmó Johan-. ¿Qué significado puede tener eso?

– No lo sabemos, pero rogamos a todas las personas que visitaron la exposición el domingo que se pongan en contacto con nosotros.


No se dijo mucho más. Knutas y Norrby dieron por concluida la rueda de prensa y se levantaron para abandonar la sala.

Los periodistas empezaron inmediatamente a tirar de Knutas para pedirle entrevistas. Él intentó encaminar a cuantos pudo hacia Norrby, que alegremente iba despachando un periodista tras otro.

Todos formulaban más o menos idénticas preguntas, que, además, eran las mismas que en la rueda de prensa.

Finalmente, al cabo de una hora, todo había terminado. Knutas estaba agotado. Se arrepentía de haberse prestado a colaborar. Especialmente en la fase inicial de la investigación de un asesmato, debía estar disponible sobre todo para sus colaboradores y no para los periodistas.

Lars Norrby podría haberse hecho cargo solo de la rueda de prensa.

Al fin y al cabo, era el portavoz de prensa.

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